jueves, 12 de octubre de 2017
jueves, 7 de septiembre de 2017
El derrotero de Pedro Almíndez Chirinos.
El derrotero de Pedro
Almíndez Chirinos.
Por Bernardo del Hoyo Calzada.
Tepetongo, fue poblado según
tengo entendido después de la Guerra del Miztón, por el año de 1542, con un pueblo
de indios llamado Tuychán y basados en el derrotero del Veedor don Pedro
Almíndez Chirinos, se dice que Jerez se fundó 1531 con el título de Santiago de
Galicia, que ocasionó una confusión que a lo largo de los años los jerezanos,
los historiadores han dicho acerca de la fundación de la Villa de Jerez de la
Frontera, muchas inexactitudes. Quiero recalcar que la fecha de 1531, se
refiere sin lugar a dudas lo que escribió Fray Antonio Tello[1],
y nos dice:
“Caminaron por el valle donde
agora está la villa de Xerez”.
Esta fecha y derrotero de
Pedro Almindez Chirinos, en el año de 1531, ya fue discutida y desmentida por
el historiador de Jalisco don José María Muria[2], y
también publicada en Zacatecas por Enrique Salinas Enríquez, en su Barroco
Chichimeca, donde aseguran que era imposible que Chirinos llegara a Zacatecas,
que más bien se perdió en la barranca de Oblatos, al fin todo era valle de los
zacatecos. Tello escribió su libro casi cien años después de la conquista de la
Nueva Galicia, y cometió muchos errores, más bien se basó en las crónicas
tradicionales y no en documentos. También ya se ha demostrado que el Cerro de
la Bufa de Zacatecas no estaba habitado por tribu alguna. Lo cierto es que
muchos historiadores ponen que fue Chirinos el primero que pasó por estas
tierras basados en lo que escribió Fray Antonio Tello, lo cual pongo integro el
capítulo para su mayor comprensión:
“Luego
que el capitán Nuño de Guzmán concluyó la guerra con los indios del rio Cuiseo,
como queda dicho, envió al capitán Pedro Almíndez chirinos hacia la parte del
Norte, para que viese y supiese si la derrota primera que llevaban cuando
salieron de México, era cierta y verdadera, y si hallaba alguna noticia de las
amazonas, para lo cual le dio cincuenta españoles de a caballo y treinta de a
pie, y quinientos indios mexicanos y tlascaltecas. Salió del rio de Cuiseo
Chirinos, y de allí fue a Tzapotlan del Rey, al valle de Acatic y a Tzapotlán
de Juan de Zaldívar, grandes cabeceras, y a Tecpatitlán, hasta el cerro Gordo,
donde había mucha gente huamares, de nación zacatecos, en ranchos. Fuese
arrimado a Comanxa y a las Chichimequillas, que es lo que ahora se llama Los
Lagos, donde había muchísimas poblazones de gente, vivían en ranchos movedizos
y se sustentaban con caza de conejos, liebres y venados; andaban en cueros, con
el arco en la mano, y dormían donde les cogía la noche.
En el valle de Acatic, fue muy bien
recibido y regalado de pan y aves, como de gente poblada, y tomo posición. Los
demás chichimecas no le daban sino caza, y así no quisieron hacer más autos,
solo que habían de padecer mucho, se fueron a unos pueblos zacatecas cuyo
cacique y señor se llamaba Xiconaque, y llegados, los recibieron muy bien, y
les dieron de comer maíz, pan y caza, y preguntaron al capitán que donde iba, y
les dijo que hacia el Norte, a buscar ciertas gentes, de quienes tenía noticia,
y amazonas. El cacique les dijo:
No
paséis adelante, porque os habéis de perder, porque en pasando los zacatecas,
que son de nuestra generación, todo lo de adelante es una traidora, llamada
huachichila, y no hay que comer; solos nosotros, la gente zacateca, sembramos
algún maíz y tenemos ranchos, y si queréis saber lo que pasa, yo os llevaré a
aquel pueblo grande de los zacatecas, que no hay que cinco días de camino, para
que me creáis, y llevaremos de comer.
Y así cargaron de bastimento como
doscientas fanegas de maíz, y luego que comenzaron a caminar y que corrió voz
por la tierra de que había gente nueva en ella, les salían al camino nubadas de
indios e indias por ver una cosa nunca vista, y llevaban les caza y maíces que
comer; salían en carnes con el arco en la mano, y una lista de cuero (o banda)
en la frente; y de esta suerte caminaron cinco días con unos fríos que se
helaban, y todo el camino los fueron acompañando y sirviendo multitud de gente,
todos zacatecos. Llego Chirinos a los altos cerros del pueblo de Zacatecas, y
entró con el cacique que Xiconaque, que le guiaba, el cual se adelantó, y dijo
al cacique zacateco como allí venia un gran Capitán, y con él otros en unos
venados o caballos que volaban, y que traían indios como ellos por amigos, y
habían aportado a su pueblo, y de allí los traía a que los viese y conociese
tal gente; y habiéndose alterado el señor zacateco, le dijo Xiconaque (que) no
temiese, que era muy buena gente; y así salió a la boca de la cañada, y
encontró al capitán Chirinos, que se saludaron y fueron al pueblo de los
zacatecos, donde había como quinientos gandules en cueros, debajo de unas
encinas, rancheados (en) todo monte, en unos buidos (Bohíos) de paja
redondillos, y allí los aposentaron en aquel monte sin traza ni policía;
trajeronles para comer mucha bellota dulce y mucha caza, y luego vino el
cacique zacateco y el Xiconaque, y dijeron al Capitán:
Aquí llegan nuestros términos
de la gente zacateca, y esto está aquí en frontera, porque hay otra gente que
es la guachichila, y es traidora; no pases allá, no os perdáis, que no hay cosa
de lo que buscáis, que de aquí te sacaremos a donde quisieses.
Entonces Pedro Almíndez
Chirinos leds dijo que por donde iría a salir a la mar del Poniente, y de todo
le dieron razón bastante; y habiendo visto que conformaban lo que aquellos
indios decían con lo que dijeron a Guzmán en el vado de Nuestra Señora, de que
no había amazonas, lo creyó y se enteró de todo para desengañarle. ¡Quien
dijera entonces a Pedro Almíndez Chirinos, que estaba de pies en la mayor riqueza
que ha habido ni hay en la Galicia Porque allí, en el pueblo donde estaba Pedro
Almíndez Chirinos, se descubrieron después las minas de los Zacatecas, una de
las buenos poblazones que el Rey nuestro Señor tiene en las Indias. Son
secretos de Dios, que lo que entonces no valía cosa y era lo más ruin, hoy es
lo mejor y más rico.
El prime cristiano que puso
los pies allí, fue Chirinos y tomo posesión casi haciendo burla de estas
tierras y descubrimiento de Guzmán, que era cosa infame tratar de ello; y así
agradeció mucho a estos caciques su amistad, y les pidió guía para su viaje,
dándoles alguna ropa. Quedaron todos contentos y dieron les más de doscientos
indios para guías, y ambos cacique fueron con ellos, y los llevaron muy en
guarda, porque no los asaltasen los guachichiles, que de muy atrás eran
salteadores. Caminaron por el valle donde ágora esta la villa de Xerez, y cada
día topaban ranchos zacatecos, fueron a un gran pueblo suyo, que estaba en un
arroyo llamado Tuitlán, y antes de llegar a él, casi medio cuarto de legua,
hallaron una gran ciudad despoblada, de muy suntuosos edificios de cal y canto,
toda terreada, que era mucho de ver, con sus calles y plazas, y luego saliendo
de la ciudad, un cuarto de legua, había una torre o cue que hacia esquina, de
la cual corría una calzada de piedra a potra torre que estaba enfrente, y luego
estaban otras dos torres con sus calzadas, que por todas eran cuatro, las
cuales guardaban la ciudad, que estaba en medio de ellas; y en la plaza había
un cue grandísimo a manera de torre, y en medio
una fuente de agua muy linda y muy para ver, la cual dura hasta hoy, y
durara hasta la fin; y preguntando a los de Tuitlán y zacatecos, que qué gente
era la que había poblado allí, respondieron que porque no llovió en muchos años
y por guerra, pasaron hacia México y dejaron aquello. Entonces unos mexicanos
amigos, que iban en el campo, dijeron que allí habían salido los mexicanos y
habían ido a México por Xilotepec, y la obra y labor de los edificios daba
entender ser de gente mexicana, y siempre se ha entendido así. Después se han
descubierto otros edificios grandes en San Martin, valle de Xuchil y Malpais, y
siempre se ha dicho que de allí salieron los mexicanos, no porque allí tuvieron
su origen, como queda atrás dicho, sino porque hicieron allí mansión por muchos
años, y después salieron por las causas dichas. Llegaron al pueblo de Tuitán,
donde había más de quinientos indios zacatecos, que los recibieron muy bien y
les dieron de comer bastante casa y otras cosas, y tomo posesión por la
Galicia; y era tan crecido y el número de gente, que se temían de (ella).
De allí levaron por otras
rancherías y poblazones de la misma nación, y con este orden llegaron al rio
del valle de Quaquiste y Guaxúcar, que eran también de indios zacatecos y
términos, por lo cual se despidió el cacique Xiconaque y el de Zacatecas, y les
dijeron los españoles que no venían a enojarlos, sino a verlos y tenerlos por
amigos, que labrasen tierras y sembrasen, que presto volverían a verlos; y así,
despedido, cogieron una guía y fueron a Tepec, por el rio debajo de Colotlán,
donde tuvo nueva el capitán Chirinos, que el capitán Cristóbal de Oñate había
pasado por el valle de Tlaltenango, seis leguas de allí, y con esta nueva,
comenzó a caminar el rio debajo de Tepec, y era de ver la gente y pueblos que
había, que los salían a ver y recibían de paz, y de allí, dejaron el rio y
tomaron a mano derecha, y entraron por lo de Xora, hasta dar en Huainamota y
Huatzamota, y rio de Humitlan; y tornaron a volver hacia Huinamota, para por
allí salir al encuentro al Gobernador Nuño de Guzmán a Tepic. Y fue tanto el
trabajo que paso este capitán en andar aquestas tierras, que no se puede
encarecer, porque en el mundo no debe de haber cosa tan áspera, en la que hay
infinidad de gente valiosísima por la aspereza donde están.
Y habiendo llegado Chirinos a
Tepic, supo cómo el Gobernador había pasado cuatro días antes al valle de
Tzentizpac, y así le despacho un mensajero diciendo como ya había llegado, y
tras el mensajero se fue al rio de Tzentizpac, y hallo que el Gobernador estaba
esperándole en el pueblo de Itzquintlan, y le conto su viaje, y todo lo que le
había sucedido, contando cuan acertado había sido coger aquella derrota, y que
todo lo que había visto era como habían dicho, y que no había amazonas, sino
grandes edificios derribados y despoblados, ni que hacer caso de lo de allá,
sino arrimarse a lo que llevaba entre manos. Holgose Nuño de Guzmán de saber
esto con claridad, y le dijo que fuese bienvenido, y que descansase él y sus
soldados.”[3]
La
Conquista de la Nueva Galicia, en el derrotero de Chirinos.
“Tello 100 años más tarde elaboró una relación un poco más
detallada cuyas bases de apoyo se desconocen (Tello. Cap. XXXVIII). López
Portillo por su parte asegura, siguiendo a Tello el cual juzga apoyando en
tradiciones indígenas que recogió y que nos presentan apariencia de
inverosimilitud – que Chirinos partió de El Teul también a fines de abril hacia
Tlaltenango desde donde remoto el rio del mismo nombre hasta llegar a la meseta
de Zacatecas, para tomar en su origen el rio Bolaños y por Mezquitic, y luego
descender por este y pasar después al de Huaynamota por alcanzar la llanura
Nayarita (1935 pág. 226).
Lo único claro en toda
esta andanza relatada por Nuño en buena parte es que fue un fracaso pues
hallaron poblaciones, perdieron muchos cerdos, se les despeño un caballo y ex
autos y hambrientos después de 17 días arribaron a Tepic. Tanto López Portillo
como Amaya (1958 pág. 12- y mapa 15) incurren aquí en excesiva credulidad y
confianza en Tello, error que Pérez Verdía, no cometió. (1951 – T, 1, pág. 79 y
83). A todas luces se antoja imposible
desarrollar en 17 días un rodeo de tal naturaleza- menos cuando el propio Nuño
comenta que en todo el viaje de Chirinos “no anduvieron tres días cabalgando”.
Además como bien sabido es – la conquista de Nueva Galicia fue hecha a paso de
cochino, ya que el avance de estos animales, que constituían la base de la
alimentación de las expediciones, determina la velocidad del desplazamiento. De
todo ello se infiere la improbabilidad de ese enorme rodeo que propone Tello,
“a paso de cochino”, en solo 17 días por terrenos tan abruptos, máxime que como
se anota en el párrafo anterior (Sámano y López) establecieron muy claro que en
los 14 primeros días de viaje no consiguieron salir de la barranca del rio
Grande- rumbo que ni siquiera corresponde al camino del Teul a Zacatecas”.
Tello propone que pasaron por Tuitán, por
el valle de Jerez, Valle de Quaquiste y Guajucar (Huejucar, Jal.), y aunque no
menciona a Tuychan ahora Tepetongo, que se pobló después del año de 1542, y ya
en el año de 1557, se menciona con el nombre de Tuychán, al hacer las
escrituras del sitio de Atemajaque.
Todos los historiadores basados
en Tello, han incurrido en el error de hacer como una verdad el derrotero de
Chirinos, incluso que llegó hasta Chalchihuites en 1531;
“En los años 1530 y 1531, tres
siglos después de la caída, llegaron a Chalchihuites un grupo de indios
tonaltecas que huían hacia el norte para escapar de la terrible represión de la
que eran víctimas por el conquistador Nuño de Guzmán, que se encontraba
en Jalisco. Para esa época habitaban diseminados en la región pequeños grupos
de nómadas chichimecas, el antecedente directo de la gran cultura desarrollada
en Altavista”.[4]
Queda claro que
los pueblos de indios de Tuychán, hoy Tepetongo, y de Tuitlán, cerca de la zona
arqueológica de la Quemada, debieron de poblarse después de la guerra del
Miztón en 1542, como los demás pueblos de indios, y Tello, en su imaginario
derrotero, escrito en el siglo XVII, afirma que paso por Tuitlán, como queda
dicho.
Fray Antonio
Tello nación en la Provincia de Santiago en España, en el año de 1590, y
falleció en el Convento de San Francisco de Guadalajara en junio de 1653. Por
lo cual no fue testigo presencial de la conquista de la Nueva Galicia, sino que
se basó en documentos y narraciones, y cometió el error de escribir y hacer el
derrotero de Pedro Almíndez Chirinos en 1531, hasta la ciudad de Zacatecas,
donde muchos historiadores basados en él, afirman que el cerro de la Bufa
estuvo habitado por 500 gandules que recibieron al Capitán Chirinos, y
estudiando el derrotero de Chirinos recientemente en una conferencia sobre el
sitio arqueológico de las Ventanas, en municipio de Juchipila, me he enterado
que arriba del cerro donde están las ventanas en un acantilado, existe un juego
de pelota, y que se va a trabajar este sitio por parte del INAH, me viene a la
mente situar el derrotero de Chirinos y afirmar que Chirinos llegó al cerro de
las Ventanas, ya que estaba en tierras de los zacatecos, y estaba habitada por
500 gandules que recibieron a Chirinos. Al afirmar que el cerro de las Ventanas
es el sitio exacto donde llegó Chirinos, resulta la ruta o derrotero que en 17
días recorrió el Veedor a paso de cochino como asegura José María Muria en su
Historia de Jalisco. Tengo entendido que existían cinco peñoles o peñones como
son: Nochiztlán, Juchupila, Miztón, Coyria y el Téul. Por lo tanto y basado en las investigaciones
de Weigand en 1985 sobre peñón conocido como de las Ventanas que es el mismo
del Pañol de Juchuipila. Por lo cual me atrevo a afirmar apoyado por Muria que
Chirinos no pasó por Zacatecas, Jerez, Tepetongo, Huejucar, etc., ni tan
siquiera a Chalchihuites. Y si llegó al cerro de Las Ventanas, en Jurisdicción
de Juchuipila. Y de ahí partió hacia Tepic.
Guadalupe Zac., 10 de Junio de 2016.
[1] Tello, Fray Antonio, Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de
Xalisco, Libro Segundo, Volumen 1, Gobierno del Estado de Jalisco, Universidad
de Guadalajara, IJAH, INAH. 1968. Pág. 147 a 151.
[2] Muria, José María, Historia de Jalisco, Vol. 1, pág. 289. Cap. XI.
[3] Tello, Fray Antonio, Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de
Xalisco, Libro Segundo, Volumen 1, Gobierno del Estado de Jalisco, Universidad
de Guadalajara, IJAH, INAH. 1968. Pág. 147 a 151.
miércoles, 5 de julio de 2017
La hacienda de Trancoso
La hacienda de Trancoso
Por Bernardo del Hoyo Calzada.
La
hacienda de Trancoso debió tener su origen con una merced de tierra concedida
por la Real Audiencia de Guadalajara, otorgada a alguna persona del cual no se
aun su nombre. Su fecha debió de ser después del año de 1567, esto por un
documento de los Charcos de Rentería que dice que: “por no haber indios ni españoles en más de
cuatro leguas a quien poder citar”. Esto nos dice que no había merced de tierra en estos lugares al
concederse la merced de los Charcos de Rentería.
Se ha dicho que el nombre
de la hacienda se debe a un lugar de trancas, pero, sé que hay en el estado de
San Luis Potosí y en otros lugares haciendas con el nombre de Las Trancas.
Anteriormente había encontrado en los archivos parroquiales el apellido de
Troncoso y Sotomayor, aquí en Zacatecas. Recientemente acabo de encontrar en un
archivo de Guadalajara, a un minero del siglo XVII, en la ciudad de Zacatecas,
con minas en Vetagrande, de nombre Antonio González Trancoso, en el año de
1670. Por lo que deduzco que pudo ser el mercedario, o su hijo, o algún familiar
del fundador de Trancoso o a quien se le otorgó la merced de tierra que llevó
su nombre “La estancia de Trancoso”.
Y como nos dice el Bachiller
don Juan de Tolosa Cortes Moctezuma, en el año de 1633: “…donde yo tengo
fundada mi hacienda”. Y se comprende que el compró la merced de tierra
marcenada a un señor de apellido Trancoso, de ahí el nombre de la hacienda de
San Juan de Trancoso, que compró junto con otras propiedades a la Real Caja de
Zacatecas.
Los dueños que ha tenido la
hacienda de trancoso son: El Sr. N. Trancoso o González Trancoso. El Bachiller
Juan de Tolosa Cortes Moctezuma, que fundó la hacienda. Doña María de Oñate
Cortes. Don Vicente Zaldívar Mendoza. Don José de Monreal. Doña Lorenza de
Piña. Doña Juana de Arratia. El General
Don Domingo Francisco de Calera, casado con doña Francisca Martínez
Arratia. El Capitán Don José Beltrán de
Barnuevo. Doña Ignacia y el Dr. don Luis de Beltrán Barnuevo. La Obra Pía de
San Pedro del Rio Verde (San Pedro Piedra Gorda). Don Antonio García Salinas.
Don José, don Jesús y don Joaquín García Elías. Don José León García Villegas.
Don José García Zubiaga y don José León García González.
Contaba con 59 sitios de ganado mayor,
cada sitio 1755 hectáreas. Desde el siglo XVII tenía capilla, ahora cochera en
la esquina de la antigua Casa Grande de la hacienda que es ahora la casa del
Curato de Trancoso. La capilla que hoy conocemos se terminó en 1880, y fue su
benefactora la Srita. Loreto García y García Rojas, dedicada a Nuestra señora
de Guadalupe.
En el siglo XVII, contaba con una casa de matanza y un obraje, para
trabajar la lana, ya que su giro principal era hacienda de ovejas, y el obraje
servía para hace fresadas, sayales y otras muchas cosas. Hacia 1840 se
construyeron los silos de almacenamiento de Santa Mónica y Tacualeche. También
la fábrica de la Zacatecana para hilados y tejidos. La Casa Grande que hoy
conocemos se construyó frente a la antigua Casa Grande, en el Porfirito.
Su
actual Sr. Cura es el padre Jairo Márquez Galván, Director del Periódico
Sembrando. Felicidades Padre Jairo por su nuevo cargo.
Guadalupe, Zac., 13 de junio de
2017.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
En la noria y acueducto que surtía de agua a la plaza de la hacienda de Trancoso. Fotografía. Colección: Familia Moto del Hoyo.
Plano de los ejidos de lo que fueron las haciendas de Trancoso y San Pedro Piedra Gorda. Mapoteca Orosco y Berra.
Busto en marmol de don Antonio García Salinas, fotografía -cortesía de don Aurelio de los Reyes y García Rojas.
Doña Soledad Escobedo García, fotografía- cortesia del Canónigo don José María Varela de la Torre, descenciente de Luz Escobedo Nava.
Retrato de don Antonio de la Campa, hijo de don Gabriel de la Campa Llamas. Nació en esta hacienda de Trancoso.
Retrato de don Jesús Escobedo Nava, dueño que fue de las haciendas de Pozo Hondo y Guadalupe de las Correintes, también del Rancho del Cerrillo, donde estableció la Negociacion Minera de San Rafael, en Zacatecas. En el Cerrillo connstruyó la presa conocida hoy por la Encantada, en la ciudad de Zacatecas. Estubo casado con doña Luz García y García Rojas, que murió al parecer cuando nació su hija doña Soledad Escobedo García, y su cuerpo se encuentra sepultado en el mausoleo de la familia García en Trancoso.
Familia Escobedo del Hoyo, con don Victor García Villegas. Colección: Bernardo del Hoyo Calzada. Cortesía: don Roberto Cabral del Hoyo.

Don Victor García Villegas, dueño de la hacienda de Rancho Grande, Fresnillo, Zac., fotografía: cortesía de Victor Hugo Rámirez Lozano.
Doña Soledad Escobedo García, hija de don Jesús Escobedo Nava y doña Luz García y García Rojas. dueña que fue de la hacienda de Guadalupe de las Corrientes. Fotografía -colección: Guadalupe Escobedo Llaguno.
Don Victor García Villegas, dueño de la hacienda de Rancho Grande, Fresnillo, Zac., fotografía: cortesía de Victor Hugo Rámirez Lozano.
Don Victor García Villegas, dueño de la hacienda de Rancho Grande, Fresnillo, Zac., fotografía: cortesía de Victor Hugo Rámirez Lozano.
Fotografía publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
Fotografía de la hacienda de Trancoso, publicada en el libro "¿No queda huella ni memoria?" (Semblanza iconográfica de una familia). Por Aurelio de los Reyes. Universidad Nacional Autonoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. El Colegio de México. 2002.
La hija de doña Soledad Escobedo García y del Dr. don Francisco Hinojosa, hijo de don José María Hinojosa, que fue Jefe Político de Jerez y concluyó el teatro que lleva su nombre en Jerez, Zac.
Para limpiarse el lodo de las botas, en la Casa Grande de la hacienda de Trancoso, fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Casa Grande de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Casa Grande y Capilla de la hacienda de Trancoso, fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
La antigua capilla de la hacienda de SanJuan de Trancoso. Fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Don Manuel Félix en la hacienda de Trancoso, fotografía - Colección: Herctor Félix Aizcorve.
Monumento fúnebre a don Jesús Escobedo Nava, en el Panteón de la Purisima de Zacatecas, fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Monumento fúnebre a don Jesús Escobedo Nava, en el Panteón de la Purisima de Zacatecas, fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Monumento fúnebre a don Jesús Escobedo Nava, en el Panteón de la Purisima de Zacatecas, fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Casa Grande de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Capilla de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografia: Bernardo del Hoyo Calzada.
Capilla de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografia: Bernardo del Hoyo Calzada.
Casa Grande de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Casa Grande de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Casa Grande de la hacienda de Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
Arbol genealógico de los dueños de las haciendas de San Juan de Trancoso y San Pedro Piedra Gorda, realizado por Bernardo del Hoyo Calzada.
Don Jose Gabriel de la Campa Llamas, mi tatarabuelo que vivio un tiempo en la hacienda de Trancoso. Su padre don Juan Antonio de la Campa Salinas era primo hermano de don Antonio y don Francisco Garcia Salinas.
Fotografía antigua de la hacienda de Trancoso, Zac.
Docuemento de Antonio González Trancoso, Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara.
Docuemento de Antonio González Trancoso, Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara.
Docuemento de Antonio González Trancoso, Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara.
Docuemento de Antonio González Trancoso, Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara.
Plano del siglo XVIII de las haciendas de San Juan de Trancoso y San Pedro Piedra Gorda, cortesía de Pablo Reyes Cordero.
Mausoleo de la hacienda de Trancoso, Trancoso, Zac., fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.
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