Don Eugenio del Hoyo
Cabrera.
Por Bernardo del Hoyo Calzada.
El Prof. Eugenio del Hoyo
Cabrera.
Don Eugenio del Hoyo
Cabrera, estudió en el Instituto de Ciencias, y pasó a la ciudad de México a
cursar la carrera de Ingeniero topógrafo, y aunque no se tituló trabajó algún
tiempo como topógrafo midiendo algunas propiedades en la ex -hacienda de Agua
Blanca del municipio de Tabasco, Zac., donde encontró una zona arqueológica,
que denuncio al INHA., en México, esta zona se encuentra en el cerro que llaman
de “La Corona”, porque dicen que se encontraron un penacho o corona de los
indios en este lugar, y tenía un montículo de unos tres metros de altura, cerca
del cerro, y en dicho cerro tiene terrazas prehispánicas escalonadas. También
con su amigo don Federico Sescosse, visitó la zona arqueológica de las
Ventanas, cerca de Aposol donde estaba la hacienda de la Purísima, y donde don
Federico tenía un ingenio azucarero que llaman trapiche, que servía para moler
la caña de azúcar y hacer piloncillo, y la dicha zona arqueológica también la
denunció al INHA. La mencionada zona de las Ventanas pronto se va a restaurar
para el turismo y se va a hacer un museo de sitio, no así el cerro de la Corona
en la que un camino ha sido trazado sobre la zona arqueológica, dando al trasto
con esta zona, ignorándola por completo.
Don Eugenio del Hoyo Cabrera en el salón de Física del
Instituto de Ciencias de Zacatecas, en 1932. Es el tercero de derecha a
izquierda.
Aficionado a la historia don Eugenio pronto entró en el
Instituto de Ciencias a dar clases de Historia de México, muy joven y con el
apoyo de mi abuelo que era muy culto, y además amigo de un grande historiador
llamado Alfonso Toro, tuvo mi tío Eugenio, una gran ayuda para esta afición que
es la historia.
Mi tío Eugenio se casó en Zacatecas con doña Celia Briones
Carlos, de Monte Escobedo, Zac. Y tuvo por hijos a mis primos: Eugenio, Socorro,
José Manuel, Javier y Celia del Hoyo Briones.
En el año de 2003 el Presidente del Tribunal Superior de
Justicia Lic. Felipe Borrego Estrada, publicó una segunda edición del libro de
mi tío Eugenio, titulado “Glosas a la Suave
Patria”, y en el prólogo que mi prima María del Socorro del Hoyo de
Guajardo escribió, menciona sobre el autor del libro lo siguiente:
“Eugenio del Hoyo
Cabrera, al igual que López Velarde, nació en Jerez, Zacatecas, veintiséis años
antes, el 29 de junio de 1914. Fue el primer hijo de una familia profundamente
católica en donde los valores fundamentales eran la fidelidad a sus creencias,
la veracidad, la honradez, el respeto a los demás, la caridad cristiana y la
justicia. Él y sus siete hermanos seguían una línea de conducta que no habían
aprendido en libros o seminarios – como se estila actualmente – sino con el
ejemplo cotidiano de sus mayores.
Su padre, el licenciado
don José G. del Hoyo Raigosa, fue un abogado justo y recto que desempeño
diversos cargos en el Poder Judicial tanto en Jerez como en la ciudad de
Zacatecas y en la ciudad de Chihuahua; él le trasmitió el amor por la lectura y
desde niño fue acumulando conocimientos sobre los más diversos temas en la
vasta biblioteca familiar.
Su madre, doña Carmen
Cabrera de la Campa, fue una virtuosa mujer que todo lo que hacía lo convertía
en una obra de arte; ya se tratara de un suculento platillo, un pastel de
bodas, los tradicionales dulces de pasta de almendra o innumerables cuadros al
óleo con coloridos jarrones llenos de flores. De ella heredó su afición a
cocinar; a dibujar y pintar; a crear cosas bellas con los más diversos
materiales, desde cajitas musicales de madera hasta collares y aretes de
chaquira con diseños huicholes; sin olvidar sus piedritas de río, las cuales él
mismo pulía hasta descubrir su escondida belleza.
Le gustaba decir, en son
de broma, que el castigo del hombre era el trabajo; sin embargo, nunca estaba
ocioso. En sus ratos de descanso leía sus nuevas adquisiciones y releía novelas
de Ágata Christie o los clásicos. Después de jubilarse, acostumbraba acompañar
a su esposa mientras veía telenovelas; pero no permanecía como un simple
espectador; en una libreta iba anotando todos los regionalismos o términos
coloquiales que le llamaban la atención. Estos listados los agrupaba y
clasificaba con sus respectivas definiciones, según el país o región de
procedencia. En ellos se podía ver, por ejemplo, que los venezolanos llamaban
“catire” al rubio mientras los mexicanos le dicen “güero”.
Don Eugenio falleció el
6 de junio de 1989 y en el transcurso de sus – casi – setenta y cinco años de
vida fue muchas cosas: mozo de almacén y oficinista en una mina; cobrador en un
banco; escribiente en notarias; bibliotecario; catalogador e investigador en
diversos archivos parroquiales, municipales, estatales y de correspondencia
privada; museógrafo, topógrafo, dibujante, geólogo, paleontólogo, arqueólogo,
antropólogo, paleógrafo, paleólogo, ebanista y carpintero.
Desde la adolescencia fue maestro en
instituciones de educación, de educación media y superior, tanto de materias
referentes a las ciencias físico–matemáticas como a las humanidades (algo
impensable en nuestra época, donde las universidades alientan la alta
especialización); fue escritor, redactor y director de varias revistas y
periódicos; organizó y participó en numerosos congresos literarios y de
historia.
Por último quiero
mencionar que también se caracterizó por haber sido toda su vida un
coleccionista, verdaderamente incurable, de cosas tan diversas como piedras,
fósiles, estampillas de correos, diseños huicholes, cactáceas, recetas de
cocina, herramientas de carpintería, libros, datos históricos y hasta palabras.
Pensaran que estoy
exagerando; sin embargo, quienes lo conocieron saben que me he quedado corta.
“Poca cosa”, diría él. Y si no continúo enumerando todos los intereses y obras
literarias o de investigación histórica de mi padre es porque debido a su
extensión, merecen otro apartado”.
Y mi prima si se quedó
corta, es imposible mencionar en tan poco espacio toda una vida, y parte de esa
vida fue en Zacatecas.
Citaré un artículo publicado en el año de 1950, en la revista
Ángulos que publicara su amigo el Licenciado Genaro Borrego Suarez del Real,
llamado:
“Injusticia y Grosería”. Nota de Genaro Borrego Jr. El día 21 del presente mes se presentó como
de costumbre a las 8 de la mañana a dar su cátedra de trigonometría –que cubre
desde hace cinco años—en el Instituto de Ciencias de Zacatecas, el Prof. Don
Eugenio del Hoyo. Ninguno de ellos acudió a la clase, e inquiriendo el
profesor, después, sobre la causa de ello, fue informado de que otra persona
cubría la cátedra. En la tarde de ese mismo día el Secretario del Instituto
verbalmente le manifestó al profesor del Hoyo que había quedado cesado de su
clase y que había sido nombrado en su lugar un Ingeniero empleado del Gobierno.
El Sr. Prof. Don Eugenio
del Hoyo, que desde hace 17 años es maestro en el Instituto, ha prestigiado a
éste en particular y a la cultura de Zacatecas en general; sería interminable
la lista de obras llevadas a efecto para el Instituto por el Prof. Del Hoyo,
así como sus actividades a favor de él, diremos solo una muestra: sin cobrar ni
un solo centavo por ello ideó, hizo los planos, gestionó la financiación y trabajo
personalmente en la construcción del Auditorio; descubrió, gestionó la compra,
catalogó, estudió y ha dado a conocer la colección Huichola de que tan
orgulloso está el Colegio; ha organizado la mayor parte de los conciertos que
ha patrocinado este, así como los llamados cursos de Primavera; gestionó que la
sociedad de Ex -alumnos costeara el salón anexo a la Biblioteca, etc. Etc….
Baste decir que no hay
acontecimiento cultural de trascendencia en nuestro medio en el que no figure
preeminentemente el Prof. Del Hoyo. La actual Dirección del Colegio lo ha
comisionado para multitud de trabajos relacionados con las actividades
culturales del mismo, sin que por ello el profesor haya cobrado nunca un solo
centavo.
Ahora se le cesa sin
ningún motivo, y sobre todo sin tenerle la menor atención, ya que, repetimos,
hasta después de que estaba extendido el nombramiento a favor de otra persona y
cuando ya se les había avisado a los alumnos, fue informado de ello el profesor
del Hoyo. A las criadas cuando se les corre se les avisa antes; a los obreros
se les dan tres meses de sueldo, a cualquier empleado se le dan las gracias,
pero en nuestro Instituto de Ciencias se explota lo más que se puede a uno de
los maestros más ameritados, y después, sin tenerle ninguna consideración, ni
la menor atención, se le despide de su cátedra, privándolo de paso de parte de
la única fuente de ingresos con que cuenta para sostener a su familia”.
En 1947 entre las personas se encuentra el Gobernador
Leobardo Reinoso, al centro, y a su derecha el Prof. Salvador Vidal, enseguida
el Prof. Eugenio del Hoyo Cabrera, luego el Padre Campitos, y el que está de
pie es don Roberto del Real.
El mismo en su libro Plateros, Plata y Alhajas en Zacatecas,
por el Gobierno del Estado de Zacatecas. Instituto de Cultura de Zacatecas.
Publicado en 1986, con prólogo del Gobernador Genaro Borrego Estrada, en su
introducción don Eugenio nos dice entre otras cosas:
“este principio de
trabajo de investigación, que prometía ser muy fructífero y que se llevó a
cabo, de fines de 1949 a principios de septiembre de 1950, fue detenido
bruscamente, por mí no esperada, ni nunca deseada salida de mi ciudad,
proscrito por motivos políticos, doloroso desgarre, para venir a enseñar
Historia de México en el Tecnológico de esta ciudad de Monterrey que me brindó
asilo en el destierro.
Nunca volví a ver
aquellos protocolos; el material en ellos espigado se conservó, como en hacina,
guardado por treinta y cinco años, sin que llegara a pensar en utilizarlo hasta
ahora en que, con humildad de viejo, me decidí a publicar esta pequeña parte de
él, sin pretensiones de ofrecer un trabajo elaborado y definitivo y muy
consciente de sus huecos y deficiencias. Hace treinta y cinco años, cuando
inicié el trabajo en el archivo, mi meta era muy ambiciosa: pretendía escribir
un libro serio, pero a la vez ameno y muy elaborado, aprovechando los datos
recogidos en el Archivo, muy bien tamizados y digeridos, sobre artesanos y
artesanías en aquella opulenta y populosa ciudad de la plata, encuadrándolos en
el paisaje y en el ambiente citadinos, en sus calles, plazas y plazuelas, en
sus casas, en sus templos, en sus fundiciones y haciendas de beneficio por azogue,
viviendo desastres y regocijos, penurias y bonanzas. Este ambicioso plan fue el
que orientó mi recolección de datos durante la exploración previa a la
investigación formal y definitiva; por ello aquella recolección resultó tan
rica y variada, aunque incompleta”.
Este libro que publicó el Licenciado Genaro Borrego Estrada,
hijo del también Licenciado Genaro Borrego Jr. o Suarez del Real y nieto del
Licenciado Genaro Borrego Félix, tiene como Glosarios los temas de; Medidas
antiguas. De las nobles artesanías. De las joyas y plata labrada. De las
alhajas que no son joyas ni plata labrada. De las telas, guarniciones y
vestidos y de muy diversas cosas.
En lo que comenta el Lic. Genaro Borrego Jr. sobre la
colección huichola mi padre don Carlos del Hoyo Cabrera me comentó lo
siguiente: estando el Dr. Mertenz en el Banco Mercantil de Zacatecas, con el
gerente y dueño don Manuel Sescosse, le dijo que deseaba regresar a Bélgica, y
que estando en Bolaños había coleccionado unos bordados huicholes, y que deseaba
venderlos. Esta información don Manuel se la comentó a su hermano don Federico
Sescosse Lejeune, que a su vez se lo comunicó a mi tío Eugenio del Hoyo, y
deseando mi tío que esta colección no saliera del país, u otra parte, y que
esta colección se quedara en Zacatecas, fue el dicho don Eugenio a convencer al
Gobernador del Estado que era el General Pánfilo Natera García, de que esta
colección que vende Mertenz es valiosísima y que no debe de salir de Zacatecas,
y convencido el General Natera de lo que le dijo don Eugenio, lo comisionó a
traer una muestra y hablara con el Dr. Mertenz, y fue don Eugenio a Bolaños,
Jal., donde vivía el dicho Dr., y trajo la muestra y el precio, para hacer el
trato. Y volvió a ir don Eugenio, esta vez acompañado de mi padre don Carlos y
otras personas a traer la colección, y mi padre compró para mi madre Celia
Calzada Meléndez un vestido Huichol, de modo que cuando llegaron de Bolaños, mi
tío extendió la colección en la sala de la casa de mis abuelos el Lic. José y
doña Carmen Cabrera de del Hoyo, y también le pidió mi tío a mi padre que
presentara también el vestido huichol, porque la colección solo comprendía
bordados, mas no vestidos, que eran más comunes. Y allí fue a verlos el General
Pánfilo Natera, al que le agradó mucho y comisionó a don Eugenio a montarlo en
una de las aulas del Instituto de Ciencias. Cosa que de inmediato hizo don
Eugenio. El mismo Gobernador en sus memorias publicadas en 1944, pág. 12 nos
dice:
“Con la colaboración artística del C. Prof. Eugenio del Hoyo, se destinó
la cantidad de $8,000.00 para adquirir la “Colección Mertens”, consistente en
objetos de fabricación huichola, formándose así, en uno de los salones del
Plantel, un Museo de arte Huichol que ha sido y sigue siendo la admiración de las
personas que lo visitan”.
Luego don Eugenio público en la revista Chicomostoc el
artículo:
“La Colección Mertens” en Zacatecas. En el pintoresco y remoto pueblito de Bolaños, joya colonial
escondida en el fondo de honda barranca, un médico belga, hombre de amplia
cultura y exquisito buen gusto, formó en doce años de cariñoso empeño, una
magnífica colección de objetos huicholes. La compone cerca de setecientas
piezas, entre las que destacan como joyas invaluables los tejidos y bordados
maravillosos de las mujeres de la tribu.
Dos colecciones
huicholas hay en el mundo comparables a la colección “Mertens”, la del Museo de
Historia Natural de Nueva York y la del Museo de Filadelfia. Ambas fueron
formadas por Carl Humholtz durante los años de (1890-1898), en que se dedicó al
estudio de algunas razas aborígenes de México, pero podemos afirmar
enfáticamente que la colección “Mertens” es única en el Mundo en lo que
respecta al arte decorativo y al simbolismo de la raza huichola, 200 piezas de
manta bordada con estambres rojo, verde y negro, de 50 por 50 cms, todas
diferentes encierran un tesoro de elementos decorativos de superior belleza;
ellas estarían para el estudio completo del arte simbólico de la tribu; pero
comprenden además como 180 morrales en diversos tamaños y de exquisita
manufactura, 13 fajas de lana, de más de dos metros de largo, en las que la
urdimbre de los hilos de lana en sus tonos naturales, negro y blanco, forman
figuras prodigiosas; cerca de cincuenta cintas, tejidas también maravillosas por
lo delicado de la labor y la belleza del dibujo y colorido; trajes completos y
bordados en forma soberbia y fantástica; tejidos en chaquira aretes, pulseras, collares,
cintas para contener el pelo, etc. jícaras estupendamente ornamentadas con
chaquira, pero se agotan los objetivos contemplando los objetos de esta
colección, y así agregamos que todos los dibujos son símbolos religiosos,
nuestra admiración sobrepasa las posibilidades del lenguaje. Allí vemos todo un
jardín zoológico en el que los animales son sagrados; el venado, el águila
bicapite, el león, el tigre, el techalote que robo el fuego a los dioses para
darlo a los huicholes, extraña forma del mito griego de Prometeo; la serpiente
de dos cabezas. El alacrán, la mariposa, el guajolote, el colibrí, la paloma,
la tortuga, etc. flores maravillosamente estilizadas, entre las que destaca
como consentida la flor “Toto” símbolo sagrado del maíz; el eslabón
hermosamente estilado, como el símbolo del Dios Fuego; el guaje de contura figura mágica por excelencia representando la
fuerza creadora y vivificante del agua; la serpiente en zig- zag, símbolo de la
lluvia; la serpiente en comba hacia arriba, símbolo del firmamento; la
calabaza, el maguey, el plátano, la palmera, el hikule sagrado (peyote), etc.
etc.
Además de los tejidos y
bordados encierran equipales para sacerdotes, sillitas para dioses, juguetes de
barro y juguetes de palma, esculturas en madera; objetos ceremoniales y objetos
sagrados; armas, instrumentos musicales, etc.
Esta colección única en
su género, fue adquirida por el Gobierno del Estado de Zacatecas, como un
primer paso para la formación del Museo del Estado, si las colecciones que se
adquieran en lo futuro, son de tan alto valor estético y científico como esta,
indudablemente que Zacatecas llegara a tener uno de los mejores museos del
país.
….
Sabemos que la colección
“Mertens”, llegó a Zacatecas el sábado 19 de los corrientes, traída por el
profesor Eugenio del Hoyo, quien se encargara de su instalación en una sala del
Instituto de Ciencias.
Creemos que dentro de
muy pocos días se ofrecerá a la admiración del público. En la ciudad hay
extraordinario interés por conocerla. El mencionado profesor dará unas
conferencias sobre la raza huichola y el valor de la colección.”
Otra cosa en que también participo mi padre, y que el mismo
don Eugenio del Hoyo me contó, fue que el Gobierno lo comisionó a rescatar un
mamut en Masapil, en una troca de volteo de Gobierno, y dicho mi tío me dijo
que lo armó y colocó en una sala del mismo Instituto de Ciencias, mi padre me
dijo que en la expedición duraron tres días, y que se encontraba en un arroyo,
y en una de sus visitas a esta ciudad don Eugenio me preguntó por el paradero
de este mamut, que era un 80 o 90 %, y al investigar sobre el mamut, nadie supo
y solo se perdió, sin interés de recuperarlo por parte de los universitarios,
solo encontré un hueso ya muy erosionado de ese mamut de Mazapil, en donde
estaba la colección Mertenz, que era debajo del Prometeo, y al comunicarle a mi
tío esta noticia solo se entristeció.[1]
Mi prima se queda corta al hablar de su padre, porque lo que
hizo don Eugenio, no solo comprende lo del Instituto de Ciencias, sino que
junto con su amigo de la niñez, don Federico Sescosse Lejeune, rescataron el
templo de San Agustín, y su famosa portada. También organizaron y participaron
en el primer congreso de Historia en Zacatecas en el año de 1948.
El Prof. Eugenio del Hoyo Cabrera en una conferencia sobre
Ramón López Velarde en el Ex -Templo de San Agustín, que él y su amigo don
Federico Sescosse rescataron para la cultura de Zacatecas. En 1971.
Y lo más importante
que junto con el mencionado Lic. Genaro Borrego Suarez del Real, Don
Federico y don Eugenio, fundaron la Junta de Conservación y Preservación de
Monumentos Históricos y Zonas Típicas, del Estado de Zacatecas. Del que sus
frutos se darían en el año de 1993, al declarar por la Unesco a Zacatecas como
Patrimonio Cultural de la Humanidad, labor que comenzó con los tres al quitar
los anuncios luminosos, llamando por don Federico, como la
“despepsicolización”, porque había más anuncios de Pepsi que de Coca Cola.
Sobre el destierro de don Eugenio mi padre me contó que
fueron varios motivos políticos y familiares por lo que se le dio el destierro,
no solo mi tío Eugenio sino también a mi tío Luis y a él. Sucedió en cuanto a
la política, que don Eugenio del Hoyo Cabrera, junto con Genaro Borrego Suarez
del Real fueron los fundadores del Partido Acción Nacional en Zacatecas, y
entre varios panistas más estaban don Carlos Stephano Sierra, mi tío Luis del Hoyo
Cabrera, mi tío político y padrino Lic. Efraín Moto Salazar, que se casó en
Santo Domingo de Zacatecas con una hermana de mi padre, llamada ella doña
Carmen del Hoyo de Moto, yéndose a vivir a la ciudad de México, y mi padre don
Carlos del Hoyo Cabrera me contó que de la casa de mi abuelo el Lic. Don José
G. del Hoyo salían por las noches publicidad, pegamento y pintura para la
propaganda política a favor de Acción Nacional, y esto no le pareció bien al
cacique de Zacatecas el Gobernador don Leobardo Reinoso, y en una ocasión mando
llamar a mi abuelo, al que le dijo: “sus hijos viven del PRI, y sacan
publicidad a favor de otro partido”, a lo que mi abuelo le contestó, que él
trabajaba para el Gobierno,[2]
y que sus hijos tenían la libertad de escoger el partido político que deseen, y
esto molesto mucho a don Leobardo y fue uno de los motivos por el cual tres
hermanos sufrieron el destierro por parte del cacique. Otro incidente familiar
fue el pretender a mi tía Elena, hermana de ellos, y al ser rechazado, la
agarro más con la familia, Y por último fue que al casarse don Eugenio con
Celia Briones Carlos, era costumbre invitar al Gobernador, y como no llegaba a
la hora señalada a la comida, y viendo don Eugenio que ya la gente estaba muy
impaciente por el retraso del Gobernador, él ordeno que se le sirviera ya la
comida a los invitados, y rato después llegó el Gobernador, y se molestó mucho,
y don Genaro Borrego Suarez del Real publicó las consecuencias, quitándole
además los trabajos a mi tío Luis y a mi Papá.
Por esos días en
Jerez, estaba ya muy grave de muerte, mi tío Salvador Félix, y como ya no tenía
trabajo fue don Eugenio a visitarlo, y estando en la casa, mi tía Josefina
Félix Cabrera, hija de don Salvador y prima de mi abuela doña Carmen Cabrera de
la Campa, visitaba también a su tío, don Guillermo Zamacona Félix, y como don
Guillermo estaba casado con una sobrina de don Eugenio Garza Sada, fundador del Tecnológico de Monterrey,
sabiendo mi tía Josefina Félix lo sucedido a don Eugenio, le pidió a don
Guillermo Zamacona que le consiguiera trabajo a don Eugenio, y el mismo Don
Guillermo Zamacona, estando de visita en Jerez con mi tía Josefina Félix, me
contó que en ese tiempo él tenía a su cargo un programa cultural allá en el
Tecnológico de Monterrey, se le hizo muy fácil conseguirle trabajo a don
Eugenio del Hoyo, y a los tres días ya tenía mi tío trabajo en Monterrey, dando
clase de Historia de México, al que con
el tiempo se le sumaron otras dos cátedras y ser encargado de la Biblioteca a
la que fundó y engrandeció muy notablemente, llegando a ser una de las más
ricas de América Latina.
Mi sobrino el
historiador Sergio Guajardo del Hoyo, hijo de mi prima Socorro del Hoyo Briones
y nieto de don Eugenio del Hoyo Cabrera, me ha comentado que su abuelo por
parte de su padre fue el comisionado por parte del Tecnológico de Monterrey
para llevarse a Monterrey en un camión con todas sus cosas a dicho mi tío
Eugenio, una coincidencia en la vida familiar. Mi tío Eugenio volvía a
Zacatecas a visitar a mi abuela, y a don Federico Sescosse, del que siempre
estaban en contacto por carta o teléfono sobre los procederes de don Federico,
para conservar la ciudad y en la realización de varios proyectos, amigo
inseparable de don Federico.
Don Eugenio no regreso a vivir a Zacatecas, porque su familia
ya se había establecido en esa ciudad, en cambio mi tío Luis y mi papá que con
el destierro por parte del cacique, se fueron a vivir a Valadeces, Tamaulipas,
asociándose con un señor llamado Leonel Longoria, y establecieron una gasolinera
en ese lugar, y al poco tiempo regresó a esta ciudad de Zacatecas mi tío Luis
del Hoyo Cabrera con su familia, y estableció otra gasolinera, también asociado
con otras personas, y mi padre se fue a la ciudad de México, donde nací en el
año de 1954, y en 1955 nos fuimos a vivir a la ciudad de Guadalajara, donde
nacieron cinco hermanos menores, que
eran Antonio, Celia, Gustavo, Alejandro e Inocencio Arturo del Hoyo Calzada, y
mis hermanos mayores era: Carlos, que nació en Zacatecas, Luis Humberto, que
nació en México, Rafael, que nació en Valadeces, Tamaulipas, Eduardo, que nació en México, y José
Francisco del Hoyo Calzada, que nació en Valadeces Tamaulipas. Regresando a
Zacatecas el 2 de Septiembre de 1970. [3]
Por unas cartas que le escribió mi tío a mi papá, por lo
dicho por mi prima Coco y lo que últimamente me ha comentado mi sobrino Sergio
Guajardo del Hoyo sé que mi tío Eugenio, siguió buscando fósiles y encontró un
cráneo de Mamut en Mina, Nuevo León, razón por la cual se hizo un Museo en ese
lugar, claro mi tío no saco el Mamut sino un paleontólogo, y ahora se puede ver
también en internet.
Fósil de Mamut que encontró don Eugenio del Hoyo Cabrera en
Mina, N. L. y por ese motivo se hizo el Museo “Bernabé de Las Casas”. (Esta
foto se puede encontrar en internet).
También me he enterado que mi tío Eugenio pretendió hacer un
Museo del Desierto en Mazapil, Zac., ahora ese nombre se ha usado para el Museo
del Desierto de Saltillo, Coahuila.
Tengo la seguridad que si vivieran mis padres y mi tío
Eugenio, este hallazgo de los Cráteres y meteoritos les hubiera gustado mucho y
me hubieran creído y apoyado a la realización del Museo en Zacatecas sobre
Historia Natural.
Don Eugenio del Hoyo Cabrera y doña Celia Briones Carlos.
En uno de
sus libros aparece esta pequeña biografía:
Prof. Eugenio del Hoyo.
Nació en Jerez, Zacatecas, el 29 de junio de 1914,
incorporándose a las inquietudes de la juventud cuando Ramón López Velarde, su
coterráneo, había abierto las puertas de México con su delicado poema Suave
Patria, y antes, a mediados del siglo pasado, otro Zacatecano, grandes en el
arte de la Guerra, escribía brillantes paginas en la historia, conquistando triunfos
meritorios, y admiración al rendir la Plaza de Puebla al Ejército Francés,
después de 72 días de sitio, destruyendo previamente todo el armamento, la
impedimenta y sin contar con recursos alimenticios y de atención médica.
Armas y letras, en estrecha vivencia, eran fuerzas
en potencia que influían en una juventud que se desenvolvía al amparo de la
suave provincia ceñida por el verde de los maizales y arrullada por el grito
tembloroso de las campanas llamando a la oración.
Tiempo era
también de la Revolución Constitucionalista, en la que Zacatecas jugaba un
papel importante. Si el niño no podía descifrar aquel galopar de caballos,
aquel rugir de cañones y repiquetear de fusiles, quedaba en su mente la
impresión de una tragedia, que años después formaría parte de la Historia, una
de las fuentes en que abrevara y más adelante parte de su material docente.
En esa Revolución, sellada finalmente con la
promulgación de la Constitución el 5 de Febrero de 1917, participaron
distinguidos revolucionarios zacatecanos, entre quienes se distingue el Gral.
Matías Ramos, que fuese Gobernador de su Estado, Diputado del Congreso de la
Unión, Jefe de la 7° Zona Militar, con asiento en Monterrey, y Ministro de la
Defensa. Hombre honesto y de inalterable modestia.
Ligados
Zacatecas y Monterrey en épocas lejanas, que se cuentan por siglos, supieron de
las frágiles pisadas de Fray Antonio Margil de Jesús, Misionero de palabra
dulce y encendida fe; y de la recia personalidad de don Martin de Zavala, hecho
para la conquista de tierras y voluntades.
Es así como a través del tiempo Zacatecas y Nuevo
León tienden un puente de comunicación no interrumpida.
Tiene razón
don Ramiro Estrada Sánchez, al expresar en artículo de acentuada gentileza
hacia nuestra tierra, publicado en “El Porvenir”, que: “A Zacatecas y a Nuevo
León, hay algo que los hace semejantes, a pesar de tanta diferencia. Es que
ambos enfrentan la gallardía de su gente a la geografía difícil. La una ha
logrado doblegarla, sembrando de industrias su desierto estéril. La otra,
bruñendo con cultura el difícil desnudo de sus sierras”.
Dejemos atrás el ayer, sin olvidarnos de la
historia, que nos habla de esas singulares semejanzas. Allá en Zacatecas, como en Nuevo León, el
semidesierto permite contemplar los oasis cubiertos de opulentos naranjales y
de frondosas nopaleras, en contraste a la lechuguilla y al cenizo que cubre
montes pelones y extensas llanuras.
Si ayer López
Velarde unía su numen maravilloso al grupo de artistas que formaban una especie
de Senado al lado del Gral. Bernardo Reyes, Gobernador de Nuevo León, hoy, el
Maestro Eugenio del Hoyo, forma parte de la estudiosa pléyade regiomontana.
Intentar su
biografía sería cuestión de enlistar, por orden cronológico, los libros,
folletos y artículos que ha escrito, y ello significaría una larga cadena a lo
que habría de agregar todo un torrente de actividades que informan y conforman
una vida de esfuerzos constantes; pero es el caso de estos apuntes que se
concretan a una sencilla semblanza, suficiente en su contenido para apreciar la
razón que justifica su incorporación a las esencias básicas de nuestro terruño:
honestidad, trabajo y humanismo.
Rasgos
sobresalientes de una persona que se asienta entre nosotros, que actúa
enseñando y aprendiendo, escudriñando en nuestro pasado y sembrando en las
mentes jóvenes las semillas del saber y de la experiencia.
Recibe ambiente amistoso y cordial, y responde en
igual forma, añadiendo la tónica sin reservas de la entrega. Estudio para
Ingeniero Agrónomo por cariño a la madre tierra que da ciento por uno cuando se
le trata con cariño, sin embargo los azares de la vida lo arrancaron del surco
promisor para adentrarse en la noble carrera del Magisterio, no menor
importante actividad en la vida de la humanidad.
Su vocación a la enseñanza se manifiesta desde que
cursaba el tercer año de preparatoria, por 1931. Fue profesor de matemáticas en
el Instituto de Ciencias, y en la Academia Eustolia Cabral, de Zacatecas.
Pasando tres años, con mayor experiencia y conocimientos impartió en el
Instituto de Ciencias, además de lo concerniente a las matemáticas, las
materias de humanidades y algunas otras relacionadas con la Facultad de
Ingeniería. En tales actividades transcurrieron los años hasta 1950, cuando,
buscando un campo de mayores perspectivas, se trasladó a Monterrey.
A partir de
entonces ha venido prestando sus servicios profesionales al Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
En calidad de Profesor de planta del Tecnológico ha
desempeñado una labor docente, además de otras administrativas, impartiendo las
cátedras de Historia de México, Historia de América Latina e Historia de la
Cultura en México. Las importancias de estas materias hablan por sí mismas de
la cultura del Maestro del Hoyo. Y, por supuesto, 27 años de prueba son convincentes.
Muchas y diversas intervenciones en las letras ha
tenido el Maestro del Hoyo. Entre los libros que ha publicado cuentan en
calidad literaria y en temática: “Jerez el de López Velarde”; “Descripción del
Nuevo Reyno de León, por Antonio Fernández de Jáuregui”; “Índice del Ramo de
Causas Criminales del Archivo Municipal de Monterrey, 1620- 1816”: “El
Cuadernillo de la lengua de los indios pajalates – 1732- por Fray Gabriel de
Guevara”; “Diario y Derrotero – 1777-1781- por Fray Agustín de Morfi”; “Archivo
Diplomático de Lucas del Palacio”; “Cuaderno de Visitas de los Conventos y
Misiones del Nuevo Reino de León – 1739-, por Fray Juan Losada”; “Historia del
Nuevo Reino de León - 1577 – 1723”; “La Cocina Jerezana”; “La Ciudad en
Estampas: Zacatecas”; “El Primer Libro de Cabildo de la Ciudad de Zacatecas –
1556 – 1586”; “Esclavitud y Encomiendas
de Indios en el Nuevo Reino de León,. Siglo XVI y XVII”; “Fuentes para la
Historia de la Evangelización del Nuevo Reino de León” y “Libro Primero de
Votos del Convento de N.S.P.S. Francisco de Zacatecas”; y “Etnohistoria del
Noreste de México”.
Hay que agregar a este acervo, capaz de darle
renombre sin más aditamentos, lo escrito en revistas, periódicos y folletos,
sobre temas técnicos, históricos y literarios por su gran importancia.
Como culminación a su labor docente y literaria
procede mencionar la intervención que ha venido desarrollando en la
organización técnica de la gran Biblioteca del Tecnológico, en lo que ha puesto
en juego su pasión por los libros, logrando darle la prestancia que es motivo
de admiración.
Pertenece a
destacadas Sociedades científicas y literarias, entre las que cuenta la
Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística la que, tomando en
cuenta su valiosa aportación a la Historia de Nuevo León, le otorgó en 1972 la Medalla Alonso de León.
Nació en zacatecas, sirvió a su Estado con devoción
durante 20 años. Radicado en Monterrey hace 27 le ha entregado a Nuevo León tal
vez lo mejor de su creatividad. Sin olvidar su terruño aquí ha hachado raíces,
aquí se le estima y se le ve como del solar regiomontano.
5 de enero de
1978.
Datos Bio-Bibliográficos
- Nació el 29 de junio de 1914 en Jerez, Zacatecas.
- Sus padres fueron el Lic. José G. del Hoyo Raigoza
y la Sra. Carmen Cabrera de la Campa.
- Realizó sus estudios primarios luego los
preparatorios y profesionales de Ingeniero Topógrafo en el Instituto de
Ciencias, en la ciudad de Zacatecas.
- Estudió también los tres primeros años de
Ingeniería Civil en la Universidad Nacional Autónoma de México.
- Contrajo matrimonio con Celia Briones Carlos, con
quien ha tenido cinco hijos: Eugenio, María del Socorro, José Manuel, Javier y
Celia.
Docencia
-Desde 1931, cursando el tercer año de Preparatoria,
comenzó su labor docente, como profesor adjunto de Matemáticas en el Instituto
de Ciencias de Zacatecas y propietario en la “Academia Eustolia Cabral”.
- De 1938 hasta 1950 fue profesor de planta en el
Instituto de Ciencias de Zacatecas, de diversas materias, tanto en el campo de
las ciencias Físico-Matemáticas, como en el de Humanidades.
En los últimos años de este periodo fue también
catedrático de la Facultad de Ingeniería de dicha institución y profesor en el
“Colegio del Centro”.
-Habiéndose trasladado a la ciudad de Monterrey, a
partir de 1950 fue profesor de planta en las cátedras de historia de México,
Historia de América Latina e Historia de la Cultura en México, en el Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Sociedades a que pertenece
-Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
-Seminario de Cultura Mexicana.
-Congreso Mexicano de Historia, A. C.
-Sociedad Folclórica de México.
-Acta de Antropología.
-Sociedad de Amigos de Zacatecas.
-Academia de Ciencias Históricas de Monterrey.
-Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y
Estadística, A. C. que le otorgó su máxima presea “Medalla de Acero al Mérito
Histórico Capitán Alonso de León” en 1972.
-Correspondiente de la Academia Nacional de Historia
y Geografía.
Publicaciones
-Jerez el de López Velarde, 1949.
-Preparó, prologó y anotó las siguientes obras en la
serie Historia, de las Publicaciones del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey.
1. Descripción del Nuevo Reino de León, (1735-1740)
de Don José Antonio Fernández de Jáuregui Urrutia, 1963, en colaboración con
Malcon D. McLean.
2. Índice del Ramo de causas Criminales del Archivo
Municipal de Monterrey, 1963.
3. El Cuadernillo de la Lengua de los Indios
Pajalates (1732) por Fray Gabriel de Vergara y “El Confesionario de Indios en
Lengua Coahuilteca”, 1965.
5. Diario y Derrotero (1777-1781) por Fray Juan
Agustín de Morfi, 1967, en colaboración con Malcon D. McLean.
11. Cuaderno de Visita de los Conventos y Misiones
del Nuevo Reino de León (Mayo 1739) por Fray Juan Losada, 1970.
Señalamos como su obra más importante, suya propia y
de gran valor de investigación el numero
13. Historia del Nuevo Reino de León (1577-1723). En
dos volúmenes 1972, con 662 páginas. Segunda edición en un solo tomo. Ediciones
Al Voleo, 1979.
En la serie “Catálogos de Bibliotecas” el numero
2. Archivo Diplomático “Lucas de Palacio” en la
Biblioteca del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey,
1968.
Otras obras propias
-La Cocina Jerezana.
-La Ciudad en Estampas. En la Colección Poesía en el
Mundo, Secretaria de Servicios Sociales y Culturales del Gobierno del Estado de
Nuevo León, 1979.
-El Primer Libro de Cabildo de la Ciudad de
Zacatecas (1556-1586).
-Tiene terminadas y preparadas para su publicación
las siguientes obras:
-Esclavitud o Encomiendas de Indios en el Nuevo
Reino de León Siglos XVI XVII.
-Fuentes para la Historia de la Evangelización del
Nuevo Reino de León.
-Libro Primero de Votos del Convento de N. S. P. S.
Francisco de Zacatecas.
-Etnohistoria del Noreste de México.
-Catálogo de Documentos Manuscritos de la Biblioteca
del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Se han publicado bajo su dirección
-Correspondencia de Ignacio Cumplido a León de
Ortigoza, Edición de Silva Cárdenas y Delia Peña, 1969.
-Catalogo Abreviado de Libros y Folletos Manuscritos
en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, por Ma. Del
Socorro del Hoyo Briones. 1971.
-Ha preparado varios “Índices” del “Fondo de Documentaciones”
correspondiente a los archivos parroquiales de Lampazos, Villa de García,
Montemorelos, Salinas Victoria y otras
poblaciones del Estado de Nuevo León.
Artículos y conferencias
-Autor de numerosos artículos en diversos periódicos
y revistas Renovación, Ángulos, Trivium, Sembradores de Amistad, Humanitas,
Cuadernos de Humanidades, etc.; por algún tiempo fue redactor de la columna “Al
margen” del periódico El Norte.
Autor de varios artículos biográficos en The New
Catholic Encyclopedia. A los largo de los años ha dictado muchísimas
conferencias, cursillos y seminarios.
Empleos y comisiones
En Zacatecas
-Director de la Biblioteca del Instituto de Ciencias
de Zacatecas y del museo “Mertens”, de arte huichol.
-Topógrafo de la Comisión Agraria Mixta en el Estado
de Zacatecas.
-Miembro de la Comisión de límites entre los Estados
de Jalisco y Zacatecas.
-Dibujante en el Departamento de Salubridad.
-Director de la Biblioteca Pública “Elías Amador”.
En Monterrey
-Encargado, desde 1950, hasta la fecha, de las
colecciones especiales de la Biblioteca del ITESM.
-Colaborador de Luis Astey Vázquez, que fue Director
de dicha Biblioteca.
-Participó en la planeación, organización y
formación del “Fondo de Documentación para la Historia del Noreste de México”
del cual quedó encargado hasta 1972, realizando la microfilmación, arreglo y
salvamento de los archivos parroquiales y municipales de varios pueblos del
Estado de Nuevo León: Salinas Victoria, Cadereyta, Villa de García, Lampazos,
Marín, San Pedro Garza García, etc., así como de las series “Historia” y
“Catálogos de Bibliotecas” en el programa de publicaciones del ITESM, también
hasta 1972.
-Tuvo a su cargo la Biblioteca Cervantina del ITESM,
hasta enero de 1979.[5]
Hasta aquí
lo publicado en sus libros.
Recuerdos del Instituto de Ciencias
de Zacatecas por don Carlos del Hoyo Cabrera.
Yo fui alumno del Instituto de Ciencias en la mejor época de
mi vida, es por lo que ahora escribo para recordar lo que mi memoria permita
sobre lo que fue y lo que vi en dicho plantel con mis maestros y compañeros.
Muy chico lo primero
que recuerdo fue a los estudiantes en la calle de los Gallos (hoy calle
Fernando Villalpando que también fue calle Galeana), en la puerta del Colegio
con sus libros bajo el brazo y todos muy bien presentados y recuerdo a los
estudiantes en el carnaval que se hacía en la Alameda donde los estudiantes se
disfrazaban y se ponían antifaces y se les decía mascaritas, en la alameda
vendían cascarones, serpentinas, confeti y otras cosas, y ponían música y
acudía la gente a celebrar aquel carnaval. En Zacatecas hace mucho tiempo
desapareció dicha fiesta, recuerdo que los estudiantes eran alegres y
relagientos y se convertían en los dueños de la fiesta.
Después recuerdo
cuando mi hermano Eugenio termino la primaria en la escuela de Mariquita
Aguilar y lo matricularon en el Instituto, y entonces notamos una
transformación en mi hermano mayor, él ya era estudiante, y ya hablaba de
muchas cosas desconocidas para nosotros, comentaba con mi papá de sus maestros,
de los laboratorios y de las materias que estudiaba. Mi papá le prestaba libros
de la biblioteca de mi casa y era natural él ya cursaba estudios superiores,
fuimos conociendo a sus compañeros que tenían apodos, contaba con varios libros
de texto y se sentían personas importantes.
Después sabíamos de gallos que sacaban los estudiantes y
Eugenio ya tenía permiso de desvelarse en la calle y asistir a dichas serenatas
o gallos.
Recuerdo que sin ser estudiantes nos gustaba la estudiantina
y sabíamos la letra, después traspasamos las puertas del colegio, conocíamos
los patios, los corredores, los salones y laboratorios lo que fue algo muy
importante para nosotros es decir para mi hermano Luis y para mí, ya que
siempre andábamos juntos.
Con el tiempo mi papá fue nombrado Director del Instituto,
señor Lic. José G. del Hoyo Raigoza y ocupando mi papá la dirección nos
cambiamos a la casa de los Directores, dicha casa se encontraba en el callejón
del Hospital y parte de la casa ocupaba los altos de la dirección y el zaguán
del colegio, tenía puerta que daba a los corredores de la planta alta, hago
referencia a estos detalles porque entonces estábamos en la escuela pero nos
dábamos cuenta de la vida del colegio, seguido entrabamos a la dirección a ver a mi papá y también
algunas veces nos bañábamos en la alberca.
Lic. José G. del Hoyo Raigosa, doña Carmen Cabrera de la
Campa, Eugenio, Carmen, Luis, Carlos, Gabriel, Elena y Gela del Hoyo Cabrera,
en la escalera de la casa del Director del Instituto de Ciencias de Zacatecas,
ahora Preparatoria N° 1 de la U.A.Z.
Doña Carmen Cabrera de la Campa.
Cuando mi papá fue Director el Prefecto fue el Sr. Ing. Don
Adolfo Villaseñor que fue Diputado Constituyente y el Secretario era el señor
Roberto González de las Piedras que entonces todavía era estudiante, el
Conserje era el señor Nicho del Hoyo y recuerdo un mozo que le decían Morley,
mi hermano Eugenio entonces ya era alumno de la Facultad de Ingeniería.
A mi papá le toco ser Director cuando el Instituto cumplió
100 años de su fundación y se celebró haciendo fiestas y mi hermano Luis y yo
las gozamos, fuimos a Jerez a la casa donde se inició el Instituto que se
encuentra en la calle del Espejo, de Jerez, Zac., vinieron a los festejos
centenarios muchas personalidades, la reina de los Juegos Florales que se
organizaron para celebrar los 100 años el Colegio fue una bisnieta de don
Francisco García Salinas (Tata Pachito) el fundador del Instituto que nació en
Jerez y que pronto pasa a Zacatecas a ocupar el edificio al que hemos estado
refiriendo y que antes fue el Colegio de San Luis Gonzaga.
Aparte de los Juegos Florales hubo un baile y varios actos.
En este tiempo en el país hubo muchos problemas por cosas de
la época, Zacatecas también tuvo sus problemas de persecución religiosa y al
Instituto también llegaron los problemas.
La mayoría de los estudiantes eran de la UNEC “Unión Nacional
de Estudiantes Católicos” y también hubo un grupo de estudiantes comunistas
siendo estos una minoría.
El Gobernador del
Estado era el General Matías Ramos
Santos, él era muy jacobino y aquí en Zacatecas persiguió mucho a los
católicos y no le gustaba que casi todos los estudiantes fueran de la UNEC.
Un día llamó a mi papa para decirle que el Estado estaba muy
escaso de recursos económicos, que ya no podía dar todo el subsidio que daban
al Instituto y le dijo que solo podía darle una parte de dinero que antes tenía
asignado el Colegio y a mi papá le dijo que iba a llamar a junta de maestros
para comunicarle el problema a ver que se resolvía, mi papá fue de inmediato a
ponerse de acuerdo con el Ing. Villaseñor y el Secretario para hacer un plan o
una proposición todo el profesorado. Se llevó a cabo la junta y mi papá puso al
corriente del problema a todos los profesores, propuso que para no cerrar el
Colegio y seguir impartiendo todas las materias que si algunos maestros querían
dar las clases sin cobrar el sueldo que el Ing. Villaseñor y González de las
Piedras estaban dispuestos a trabajar sin sueldo porque lo poco que quedaba de
presupuesto solo alcanzaba para el personal, es decir para el Conserje, los
mozos, la luz eléctrica, gises, escobas, trapeadores y otros gastos del
sostenimiento del plantel. Proponían ese plan con la intención de que el
Instituto siguiera trabajando, impartiendo todas las clases y no se cerrara,
considerando el cariño y la importancia de dicha Institución para la formación
de alumnos. Y el resultado de la junta fue que todos los maestros aprobaron la
proposición y todos impartieron sus cátedras sin cobrar nada, no hubo uno solo
que se opusiera y es digno de mencionar que hubo profesores faltistas, ni que
llegaran tarde a clases todos fueron cumplidos a pesar de no cobrar sueldo.
Y como la lucha estudiantil siguió con más fuerza y mi hermano
Eugenio era de los dirigentes de la UNEC, mi papá dejo de ser Director por
órdenes del General Ramos y recibió la Dirección el Prof. Salvador Varela que
era de las mismas ideas del General Ramos.
En Zacatecas y
principalmente en la Capital hubo acontecimientos duros para el pueblo por la
persecución religiosa y los estudiantes siguieron en su lucha entre las dos
ideas. Los de la UNEC sacaron un periódico que se vendía clandestinamente y se vendía a escondidas de la autoridad y
que tenía mucha circulación se llamó “Renovación” por supuesto el General Ramos no le gustó
esta situación y ordenó al Militar Neftalí González no recuerdo el grado que tenía pero era el
jefe de la Policía y tenía orden de que los que vendieran el periódico los
persiguiera y los encarcelará.
La lucha de los
estudiantes era por la libertad de cátedra y para fortalecer la lucha vinieron
de México dirigentes estudiantiles, para hacer un acto o manifestación para que
todo el pueblo se diera cuenta de su lucha, se programó la reunión en la Plaza
de Toros de San Pedro, los estudiantes católicos estaban por la libertad de
cátedra y el grupo comunista estaba dividido unos le hacían juego al régimen y
otros estaban por la libertad de cátedra.
En los tiempos hubo cierre de templos y la persecución a los Sacerdotes aquí en la ciudad,
aprendieron al señor Obispo don Ignacio Plascencia y Moreira, lo llevaron a la
Presidencia Municipal y el pueblo se amotinó y permaneció hasta que lo pusieron
en libertad, pues entre más pasaba el tiempo más gente se amotinaba en la
ciudad y hubo otros acontecimientos por lo que el pueblo estaba muy molesto.
El recorrido de los estudiantes entró por la calle de San
Pedro para encaminarse a la Plaza de Toros para celebrar ahí el mitin, el grupo
iba encabezado por los estudiantes que vinieron de México, solo recuerdo de
ellos a Manuel Pacheco Moreno que era zacatecano y Benito Koquet que aunque era estudiante comunista
estaba por la libertad de la cátedra y los acompañaban los dirigentes de la
UNEC de aquí entre ellos Eugenio mi hermano, Daniel Kuri Breña, los hermanos
Carlos y Paco Tello y otros que no recuerdo sus nombres.
Al ir los manifestantes por la calle de San Pedro, por el
Callejón de Quijano salió Neftalí
González con su gente, Neftalí traía una Thomson amenazando a los dirigentes y
a la gente, recuerdo que Manuel Pacheco Moreno se ponía enfrente de Neftalí con
los brazos abiertos como para festejar, más bien como para proteger al pueblo,
moviéndose para donde se apuntaba la Thomson y el militar si disparó sobre el
pueblo y mató a un joven que no era
estudiante, el vendía dulces en un taburete que había en la finca caída, junto
al sitio que ahí existía, el entierro de la víctima fue muy concurrido como una
manifestación de protesta contra el régimen nefasto. Al empezar los disparos la
gente se dispersó y los dirigentes de México se fueron y los de aquí fueron a
la cárcel y no hubo mitin.
Mi hermano Eugenio, los hermanos Tello y otros estudiantes de
aquí los llevaron a la Presidencia Municipal después de ser aprendidos; la
Presidencia estaba en el edificio que ahora ocupa la Universidad frente al
callejón de Cuevas.
Salieron los muchachos por gestiones de mi papá y otras
personas, pero el General Ramos le dijo
a mi papá que no quería ver en Zacatecas a Eugenio y se fue un tiempo a
Guadalajara y regresó para irse a estudias a la ciudad de México y el General
Ramos cerró el Colegio pues el Prof. Varela solo duro unos meses en la
Dirección del Instituto.
Se cerró el Instituto y también la Escuela Normal para
Maestros. Y Zacatecas se quedó sin educación superior los dos centros
educativos más importantes y más útiles se cerraron.
En el edificio del Instituto pusieron un centro escolar de
primaria, llevando el personal de algunas escuelas entre ellos de la escuela
Gómez Farías y otras, y así el Instituto de Ciencias se transformó en una
escuela primaria con muchos alumnos.
No sé por qué razón nosotros seguimos viviendo en la casa de
los Directores del Instituto.
Y unos estudiantes se fueron a estudiar a la ciudad de México
y otras ciudades de la Republica y muchos truncaron sus estudios. Se dijo en
esa época en todas partes y no sé si sea cierto o le cuelguen dichas cosas al
General Ramos, decían que había dicho que él no sabía leer ni escribir, ni
había estudiado y que él había llegado a General de División y a Gobernador de
Zacatecas, que los hombres se forjaban en el trabajo y la lucha y sobre todo a
en la revolución y que no quería relajitos con los estudiantes mochos y por eso
Zacatecas estuvo un tiempo sin educación superior cerrando los dos centros
educativos más importantes y queridos por la sociedad y pueblo de Zacatecas.
Al terminar Ramos su periodo de Gobernador, ocupo la
Gubernatura del Estado el señor General
don Félix Bañuelos quien al iniciar su gestión abrió el Instituto y la
Escuela Normal, se anunció la apertura y hubo gusto, entusiasmo, se
inscribieron muchos alumnos en ambos planteles.
En el Instituto nombraron como Director al señor Lic. Don
Joaquín Garaicochea y llamaron a los maestros todos los mejores y sobre todo le
tenían cariño al Colegio ya que la mayoría eran hijos del Colegio, buscaron
mozos y conserje y pusieron e condiciones los laboratorios y aulas.
La mayor parte de los estudiantes inscritos fueron de primer
ingreso, todos de primer año de secundaria y también hubo algunos que habían
estado en otros colegios y se matricularon en otros grados de secundaria y
preparatoria.
Yo en este tiempo
trabajaba en la Ferretería de El Globo y no pude matricularme porque no tenía
el certificado de sexto año de primaria, debido a lo travieso, inquieto y
relagiento que fui en la primaria y me expulsaron de casi todas las escuelas en
que estuve con el fin de que yo no distrajera a maestros y alumnos durante las
clases.
Mi hermano Luis entró al Instituto así como muchos de mis
amigos y ex - compañeros de la primaria y nosotros seguimos viviendo en la casa
de los Directores.
No siendo yo estudiante pero juntándome con ellos compartí el
entusiasmo y las inquietudes de los alumnos, y cuando salía del trabajo me
juntaba con ellos y no deje de darme cuenta de la vida del Instituto.
Vino el primer día del Estudiante el 23 de Mayo y con tiempo
se prepararon los festejos y para entonces todos los estudiantes ya habían
hecho una amistad entre todos ellos y con los profesores y los mozos, todos
ellos convivían en todo, así es que se nombraron las comisiones y se repartió
el trabajo. Para adornar el patio íbamos al monte por el rumbo de Minillas a
cortar el cedro que se ocupaba en hacer las guías que adornaban con flores
naturales servían para adornar los barandales y pilares del patio y los corredores, el patio se
cubría con una lona por si llovía.
Se organizó el gallo o serenata con lo que los alumnos le
llevaron la música a sus novias, amigas o familiares, tocaba en el gallo la
Banda del Estado dirigida por un gran músico el señor Don Octaviano Sigala,
Compositor, arreglista y buen director y contaba entre sus músicos con los
mejores ejecutadores de música, casi
todos solistas, la mayoría de los componentes de la banda eran ex alumnos del
Hospicio de Guadalupe de Zacatecas. Para mí nadie ejecutaba tan bien la
estudiantina y además contaba con un gran repertorio de piezas románticas
propias para serenata.
Para el baile se contrataba la mejor orquesta propia para
bailar, se nombraban las comisiones que recaían solo en estudiantes alumnos del
Instituto, cada comisión se le daban distintos listones de distintos colores
según la comisión que representaban. Había comisión a las damas a las que le
daban el brazo y las llevaban hasta el lugar donde se sentaban, los de orden
andaban por todas partes cuidando que no hubiera desorden o que no les faltara
el respeto a las damas, sacaban a los que se emborrachaban y empezaban hacer
desorden, los de obsequio en grandes charolas repartían vino, refrescos y
bocadillos y viandas de obsequio, todo esto era obsequio y no se cobraba
entrada ni distintivo para derecho de baile, todo era gratis, el bastonero era
el encargado de recibir por parte de las damas las peticiones de piezas para
que las orquesta las ejecutara solo él podía recibir peticiones de piezas, ni
nadie podía ordenarle a la orquesta lo que se tocaba.
El gallo empezaba entre 10 y 11 de la noche del día y 22 y
terminaba el 23 entre 6 y 7 de la mañana, para muchos estudiantes en ese gallo
se ponían la primera borrachera de su vida.
Ningún baile en la ciudad era tan concurrido, tan organizado
y tan bonito y con tantas muchachas bonitas como el baile del día del
estudiante.
Luego me tocó ver a los alumnos del Instituto con los nervios
y el puro por los exámenes de fin de curso, se examinaron, paso el susto y
salieron de vacaciones para volver a clases y recibir a los perros (alumnos de
primer año o ingreso), a los que pelaban y hacían desfilar por las calles todos
pintarrajeados.
Dos años después de que se abrió el colegio yo ya quería
estudiar y como no tenía el certificado de primaria, me permitieron entrar como
oyente y antes del primer reconocimiento trimestral, yo presenté el examen a título de suficiencia del sexto
año de primaria en una escuela oficial y así obtuve el certificado y pase a ser
alumno regular con derecho a reconocimientos y examen de fin de cursos, esto
antes del primer reconocimiento el que lleve a cabo con mis compañeros.
En seguida voy a platicar de las cosas que recuerdo ya como
estudiante, y creo que con seguridad se me pasaran cosas que no recuerdo o que
las haya yo juzgado distinto de cómo eran esto por apreciación y por haber
pasado tanto tiempo de que ocurrieran. Y no relaté lo que paso, pero tratare de
recordar del edificio, de los profesores, de los alumnos y las anécdotas de ese
tiempo como eran los salones, los laboratorios, los patios, los corredores y
todo aquello, las relaciones con los maestros y con los compañeros, como éramos
en clases, es decir cómo era el colegio, como éramos los estudiantes en esa
época.
Quisiera tener la capacidad y la preparación para poder
relatar con corrección y buena prosa todo lo que mi mente recuerde, lo que vi,
lo que sentí, nuestros gustos, las aspiraciones y la conducta; a falta de esa
capacidad que carezco y deseo escribiré lo que recuerde como yo pueda.
El edificio existe con algunas variantes en su distribución,
pero muy distinto en la vida interior, es decir somos muy distintos los que lo
ocupamos entonces a lo que lo ocupan ahora.
Llegábamos de la calle por la puerta, pasábamos al zaguán
donde había una puerta al lado izquierdo, era la puerta de la conserjería o
portería donde dejábamos nuestros sombreros, libros que no ocupábamos o prendas
o cosas, para recogerlos a la salida.
En el zaguán había otra puerta que daba al patio y los
corredores, a la derecha estaba la Dirección, primero era un salón grande donde
en primer lugar estaba el escritorio del Secretario y después el escritorio del
Prefecto y en el fondo una puerta donde estaba el privado del Director.
Cuando yo me inscribí en el Instituto ya era Director el
Señor Doctor don Agustín Díaz muy estimado y querido por todos los estudiantes
y maestros, fue muy buen Director, muy emprendedor que consiguió muchos
adelantos y bienes para el colegio, tanto en lo material como en lo económico.
El Prefecto era el
señor Profesor don Salvador Vidal
escritor e historiador, persona muy competente; el Secretario era
Roberto Almanza en aquel entonces estudiante del plantel.
Al lado izquierdo de la puerta del zaguán con grandes mesas y
sillas en el centro, en los lados o paredes había los libreros o casilleros
donde estaban los libros, la biblioteca contaba con muchos volúmenes, había de
todo, libros de text, libros de consulta; en literatura, había novelas, libros
de versos, cuentos, estudios y todo; además había libros do otras materias. Hay
que recordar que el estudiante que iba a la biblioteca iba a leer y nunca a
platicar o a jugar o hacer relajo, el que platicaba o hacia ruido lo sacaban de
la Biblioteca el Bibliotecario que en ese tiempo el encargado era un
estudiante muy estimado Rafael Félix
Arellano al que le decíamos de apodo el “Tubito”.
En la planta baja un local con una pila de agua para los
servicios, no era lugar para los alumnos, sino para los mozos. También había un
corredor para llevarnos a los baños de los hombres. Lo demás de la planta baja
eran salones o aulas donde los maestros impartían sus clases, y junto a la
dirección estaba un lugar donde estaba el mecate que tocaba la campana, dicha
campana servía para anunciar que un maestro llegaba a impartir su clase, el
maestro pasaba al salón, y nosotros nos poníamos a ver que profesor era y si
era la clase a la que teníamos que ir a clase.
Hay en la escalera para subir a la planta alta donde al subir
la escalera a mano derecha luego, luego estaba la puerta al salón de actos.
Dicho salón contaba con un estrado con una mesa en el estrado, estaba la
Bandera Nacional, el Estandarte del Instituto y la Bandera del Batallón de
Zaragoza, dicho Batallón participó en la Revolución y estaba compuesto por
estudiantes del Colegio, frente al Estrado, había gran cantidad de sillas y el
salón de actos estaba equipado con cortinas y había una pintura que donó el
actor que fue hijo del Instituto, dicha pintura era la mesa revuelta, era la
pintura sobre la mesa, había cartas, oficios, sobres, recibos, tintero, pluma,
lápiz y hasta una mancha de tinta sobre un papel, los sobres tenían
estampillas. Cuando había un acto importante cuando el Director nos quería
comunicar algo nos citaban al Salón de actos, también cuando tenían una visita
importante nos lo presentaban en dicho salón, yo recuerdo en mi tiempo de
estudiante que el Doc. Díaz invitados personalidades de la Epa era el Dr.
Gustavo Báez y el Tabasqueño Brito Fuche, no recuerdo quien de los dos regaló a
la Biblioteca del Instituto el Diccionario Enciclopédico Espasa libro que nos
fue muy útil. También en el salón de actos y después en el auditorio hacíamos
las juntas de sociedad de alumnos.
En la planta alta también se encontraba el salón de Geografía
en dicho salón había muchos mapas que se manejaban con carrillos y cordones,
tenían un mecanismo para extenderlos o enrollarlos poniendo uno después
recogerlos y luego poner otro.
En los corredores de la planta alta y baja había bancas fijas
en las paredes y algunos bancos donde también estudiábamos, estos pasillos
tenían mucha vida, era donde permanecíamos más cuando no teníamos clase ahí
platicábamos en dichos pasillos esperábamos las horas de clase para entrar o
esperábamos a los amigos que estaban en una clase, en la conserjería había una
ventanita que daba al patio donde íbamos a comprar refrescos, tortas y algunos
dulces que el conserje nos vendía.
Mi padre don Carlos del Hoyo Cabrera, en la Plaza de Armas de Zacatecas o Jadín Hidalgo (de saco negro y corbata con volitas), junto con sus amigos
La vida del Instituto empezaba muy temprano, las primeras
clases empezaban a las 7 de la mañana y
las ultimas a las 7 de la noche, las clases duraban una hora solo
saliendo de clase de la una de la tarde, a las 3 no había clases, así es que
había vida y gente todo el día, pero el reglamento del plantel ordenaba que
todos los alumnos debían de permanecer en el plantel a de las 9 de la mañana a
las 12 del día y de las 3 de la tarde a las 6 durante ese tiempo no podíamos
salir solo con permiso especial así que las puertas permanecieran cerradas
durante ese tiempo, en las horas fuera de ese tiempo la puerta permanecía
abierta y podíamos entrar y salir al plantel a cualquier hora.
Los vendedores de la calle ya sabían a qué horas salíamos y
esperaban las 12 y las 6 para vendernos paletas, semillas, etc. había un
paletero que nos fiaba pero dejándole empeñado un libro, una pluma o un reloj y
a veces nos prestaba en efectivo, que por apodo le decíamos “El Chichocho”.
En el corredor de la parte baja en la pared, entre la ventana
de la conserjería y la puerta de la
biblioteca había unos tableros donde se fijaban los avisos, ahí se ponían los
horarios de las clases, en tiempo de exámenes, fechas y horarios así como la
lista de alumnos que tenían derecho al examen de cada materia.
En la planta alta frente al salón de actos había un corredor
que nos llevaba a la cancha y a la escalera del salón de dibujo y antes de
llegar a la cancha a la izquierda estaba la puerta al salón de biología, en él
había un cuerpo humano, había monos de hule donde se secaban y después se
acomodaba el corazón todos estos objetos servían para impartirnos la clase de
anatomía a lado izquierdo del salón de biología
Continuará.
Guadalupe, Zac. 25 de mayo de 2018.
[1] Me comentó el Dr. Estrada Padres que el encontró esos restos de mamut
en un rio de Jerez, Zac., y no es el que trajo mi tío Eugenio, de Mazapil,
Zac., por lo que ya supongo que el destino de este mamut, fue que los
universitarios lo vendieron integro a una universidad de los Estados Unidos.
[2] Una persona que trabajaba en el Supremo Tribunal de Justicia de
Zacatecas, me comentó que mi abuelo el Lic. Don José G. del Hoyo, fue de los
fundadores del PRI, en Zacatecas.
[3] En ese tiempo mi padre se encontró con el Ing. José Isabel Rodríguez
Elías, que había sido gobernador de Zacatecas, y le dijo a mi papá que
regresara a Zacatecas, que don Leobardo, ya no mandaba en Zacatecas, y así fue,
Rodríguez Elías le paró el alto al cacique de Reinoso, creo que por este motivo
mi padre nos trajo de vuelta a la tierra prometida.
[4] Enciclopedia
de México. tomo XII. Director José Rogelio Álvarez. Ciudad de México.
MCMLXXVIII. Zacatecas. Pág. 999.
[5] Saldaña, José P. En el
Marco de la Historia. Ediciones Al Voleo 1982. Monterrey, N. L. Méx. Págs.
89-96.
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