El teléfono descompuesto.

El teléfono descompuesto.

    Cuando era niño entre los muchos juegos que aprendí y llegué a jugar, fue el del “teléfono descompuesto”. Este consistía en que nos sentábamos todos en la banqueta, niños y niñas, y el que encabezaba, le pasaba al de su lado en el oído para que no oyera nadie más, una palabra o frase, y el siguiente le pasaba la información al siguiente, de modo que al llegar al último, él les decía a todos lo que había escuchado. Y el de la cabeza o primero que decía la palabra revisaba quien se equivocó, si es que la palabra llegó al último toda equivocada. Y entonces cada uno iba diciendo lo que el escucho, de modo que se trataba de averiguar quien cometió el error, y lo mandaban a la cola.  

    Esto mismo quiero aplicar en el campo de la historia, que como investigador estoy obligado a ello. Se trata de investigar y mandar a la cola o reprobar en historia como escribiera Enrique Salinas Enríquez,  en el periódico Imagen de Zacatecas, “Reprobado en Historia”, a los que se han equivocado. Claro esto incluye a los que han copiado a los que se han equivocado en cualquier tema.

    Por ejemplo voy a poner lo que me han pedido en el Facebook sobre el beato Fr. Sebastián de Aparicio. Esta el beato pintado en el mural de Palacio de Gobierno con una grade rueda, también el padre López de Lara me ha mostrado al Beato Sebastián de Aparicio, en un grabado de fines del siglo XVIII, y dice que abre el camino carretero a Zacatecas.  Son muchos los que han publicado sobre la construcción del camino carretero de Sebastián de Aparicio, incluso hoy me acaba de mandar el siguiente documento publicado: 

Alejo Carpentier y Zacatecas. A través de “El arpa y la sombra

 Mi precoz debut en el periodismo cultural, está manchado por un plagio y una falacia. Tenía a la sazón ocho nueve años años y era lector asiduo de “El Periodiquito”, suplemento infantil que cada sábado editaba “Novedades”. Vivíamos entonces en Puebla y éramos devotos del Beato Sebastián de Aparicio, así que mandé al semanario, y lo publicaron, un extracto biográfico del santo varón, que copié de una estampita; ése fue el plagio.

La falacia consistió en afirmar, conforme al texto plagiado, que el venerable lego había construido el primer camino a Zacatecas; dato absolutamente falso que, dicho sea en abono de mi inocencia, fue secularmente repetido por historiadores, cronistas y hasta literatos como Alejo Carpentier.

El novelista cubano, autor entre otras obras de “Concierto barroco”, “El recurso del método”, “La consagración de la primavera” y “El siglo de las luces”, es uno de los escritores cimeros de nuestra época.

“El arpa y la sombra”, es una novela que recrea ese increíble proceso que fue el intento de canonizar al Almirante de la Mar Océana, Cristóbal Colón.

En ella recrea, por un lado, a través de un monólogo alucinante, las confesiones del marino genovés en su lecho de muerte y, por el otro, las elucubraciones de papas y abogados del diablo.

Entre las severas cavilaciones de Su Santidad Pío IX al respecto, resalta en la página 43 este medio párrafo:

“...Gregorio López, antiguo paje del Rey Felipe (II), cuya canonización no había progresado en Roma, aunque se le siguiese reverenciando en Zacatecas; Martín de Porres, Barbero y cirujano limeño, primer mestizo en ser beatificado; Sebastián de Aparicio -objeto de un culto local en Puebla de los Ángeles-, beato gallego, constructor de carreteras y director del servicio postal entre México y Zacatecas, iluminado por la fe a los sesenta años, al cabo de una vida descreída y mundana, durante la cual había enterrado a dos esposas. En cuanto a Sebastián Montañol, muerto por los indios de Zacatecas (¡Decididamente Zacatecas, como Lima, era lugar electo para la manifestación de trascendentales vocaciones...).”

Hoy se sabe a ciencia cierta que Sebastián de Aparicio no es el artífice del primer camino a Zacatecas, pues su área de influencia fue más bien entre Querétaro y Veracruz, lo que no me quita el gusto de haberme iniciado en este ingrato oficio con un error equiparable al del gran maestro de la literatura barroca moderna.”

    Ahora con el internet tenemos acceso a libros publicados en el siglo XVII, XVIII y XIX, sobre el Beato Fr. Sebastián de Aparicio.

    En el más antiguo de principios del siglo XVII, se decía que el Venerable Fr, Sebastián de Aparicio, aprendió a domesticar bueyes, y un amigo a hacer carretas y que se asociaron en cuanto a ser lo que hoy llamamos trasportista, y que emprendió un viaje a las recién descubiertas minas de Zacatecas, o que llego a venir a esta ciudad, en cuanto a su trabajo de carretas y bueyes, pero, nunca menciona que el construyera un camino carretero.

    En pleno siglo XVII,  se publica otro libro más sobre la vida y milagros de Sebastián de Aparicio y en este dice:

“…y por el año de 1542, poco más o menos (habiendo vivido los nueve en el contorno de la Puebla) se pasó con su cuadrilla a vivir a México donde con intenso trabajo, y singular industria busco, y abrió el camino carretero, hasta entonces incognito que hoy se usa desde México al poderoso real de minas, llamado Santa María Zacatecas”.[1]   

 Entonces por lo pronto el que ha alterado la historia es Fr. Diego de Leyva, reprobado en historia. Y así seguiremos. Hasta ver quien adultero la historia.

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[1] Virtudes y milagros en vida, y muerte del  V. P. Fr. Sebastián de Aparicio. Fr. Diego de Leiva. 1685. 

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[1] Virtudes y milagros en vida, y muerte del  V. P. Fr. Sebastián de Aparicio. Fr. Diego de Leiva. 1685.