50 años en Zacatecas.
Por Bernardo del Hoyo Calzada.
El día 5 de septiembre de 2020, mis hermanos y yo,
cumpliremos 50 años viviendo en Zacatecas, en la tierra prometida, por decirlo
así.
Hace tiempo platicando con uno de mis maestros de la
Preparatoria de la UAZ, Maestro José de Jesús Sampedro, recientemente
galardonado con el premio Roberto Cabral del Hoyo, me preguntó que si era
zacatecano, a lo que respondí que no, que era chilango, que yo había nacido en
México, D. F., y Sanpedro me dijo malo eso, a lo que le respondí, yo no tengo
la culpa, la tiene don Leobardo Reinoso, y me preguntó por qué él, a lo que le
comenté que siendo el cacique y gobernador de Zacatecas por el año de 1950,
desterró o mandó al exilio a mis tíos; Eugenio y Luis, y a mi papá don Carlos
del Hoyo Cabrera, todo por ser de un partido de oposición; Acción Nacional.
De mis abuelos; mi abuelo paterno el Lic. Don José Gumersindo
del Hoyo Raigosa, nació en Huejucar, Jal., y se crio en Jerez, Zac., donde conoció
a mi abuela materna doña Carmen Cabrera de la Campa, jerezana, y su ascendencia
viene desde los fundadores de Jerez, Zac., de la ciudad de Zacatecas, de la
ciudad de Guadalajara, de la ciudad de México y de México Tenochtitlan.
Mis otros abuelos; el Ing. Mecánico Electricista don
Inocencio Calzada Díaz de León, nació en Zacatecas, Zac., sus abuelos eran de
Noria de Ángeles, Zac., y doña María Ismael Meléndez Maldonado, originaria de
la hacienda de San Diego de Corralejo, Valle de San Bartolomé, ahora Valle de Allende, Chih.,
donde al ir a trabajar mi abuelo don Inocencio a una mina como Ingeniero
mecánico y electricista, en la Sierra de Almoloya, Valle de Allende, Chih.,
conoció a mi abuela materna, y así mi madre doña Celia Calzada Meléndez nació
en Hidalgo del Parral Chih., y pasando una terrible inundación en Parral, la
familia se vino a vivir a la ciudad de Zacatecas, donde conoció a mi padre. Mi
hermano mayor Carlos, nació en el callejón de Lancaster en la ciudad de
Zacatecas. Y con motivo del mencionado destierro de mi padre, algunos de
nosotros nacimos en el exilio, unos nacimos en la ciudad de México, otros en
Valadeces, Tamaulipas y los más chicos que yo, en la ciudad de Guadalajara,
Jal.
Tenía 15 años de edad en que cierto día hace 50 años mi madre
nos dijo; tiene 3 días para despedirse de sus amigos, porque nos vamos a vivir
a Zacatecas.
Nací en la ciudad de México, pero, a los cinco meses de mi
edad, mis padres me llevaron a vivir a Guadalajara, Jal., en esa ciudad me crie,
los recuerdos más remotos que conservo en mi memoria fueron en Guadalajara en
compañía de mis hermanos.
Aunque debo decir que mi madre me dijo que en Zacatecas di
mis primeros pasos, sucede que en cierta ocasión mi padre nos llevó a algunos
de nosotros a Zacatecas y a mí, para que
mis abuelos me conocieran, y en casa de mis abuelos paternos di mis primero
pasos, y cuando llegamos a Guadalajara, yo ya caminaba. La casa de mis abuelos
en ese tiempo estaba donde ahora es la librería el Quijote, en la calle
Fernando Villalpando o Galeana, cruzando con el callejón de Lancaster, en el
centro histórico.
Vacaciones.
Las vacaciones cuando era niño y estaba en la primaria,
recuerdo que un año íbamos a la ciudad de México, por lo general en compañía de
mis hermanos Antonio y Francisco. Un año cuando vivían mis abuelos don
Inocencio Calzada Díaz y doña María Ismael Meléndez de Calzada, con mi tía
Esperanza Calzada Meléndez, en la Unidad
Modelo, de México, D. F.
Después se cambiaron a la calle donde nací, en la Juventino
Rosas de la colonia Peralvillo o Ex hipódromo de Peralvillo. Mis tíos Humberto
y Esperanza Calzada Meléndez, recuerdo que nos llevaron a la Villa (Villa de
Guadalupe), a Chapultepec, al Zoológico, al Castillo de Chapultepec, a la
Catedral y centro de la ciudad de México, y otros lugares.
También recuerdo que en México, pasaba las vacaciones; una
semana con mis abuelos y otra semana con mis padrinos Lic. Efraín Moto Salazar
y doña Carmen del Hoyo Cabrera, hermana de mi papá, en Mixcuac, D. F., donde aún
viven mis primos; José Miguel y Luis del Hoyo Moto. Carlos y Eugenio ya
fallecieron.
Las vacaciones en Zacatecas, también eran de 15 días; una
semana con mis tíos Carmen Calzada de - De Santiago y Pascual de Santiago, y
otra semana con mi abuela paterna doña Carmen Cabrera de la Campa, mi abuelo el
Lic. José G. del Hoyo murió en 1958, cuando tenía cuatro años de edad.
Mi tía Carmen Calzada, recuerdo que una vez me llevó a la
Morisma de Bracho, eran pocos participantes, y aún conservo en la memoria, el
combate que lo veíamos en la aparte de arriba de Bracho, donde ahora está el
Periférico que construyó siendo gobernador de Zacatecas, el Ing. José Isabel
Rodríguez Elías, (Chavelo), tendría yo como cinco o seis años. También recuerdo que mi tía Carmen nos llevó
a unos de mis hermanos y al cerro de la Bufa de Zacatecas, apenas estaban
construyendo la explanada, todavía no tenía el atrio.
Y cuando íbamos a la casa de mi abuela Carmen Cabrera,
recuerdo que nos íbamos a Jerez, a mis hermanos los mayores les tocó ir al Cacalote, propiedad
en ese entonces de mi abuela y administrada por mi tío Gabriel del Hoyo
Cabrera, que vendió tiempo después el rancho del Cacalote, buen lo que le tocó
a mi abuelo, y compró parte del ranchito de Guadalupe, pegado a Jerez, ahí
recuerdo que iba de vacaciones y llevábamos las vacas al baño garrapaticida o
algo así., yo corría detrás de las vacas hasta llegar al lugar, aún recuerdo el
cansancio al ir corriendo sin parar al baño mencionado.
Las otras veces ya cuando estaba en la secundaria, salía al
centro de la ciudad, y cierta ocasión me tocó en el mes de agosto antes de irme
a Guadalajara, a clases, ver como se filmaba la película de Emiliano Zapata por
don Antonio Aguilar, en el centro de Zacatecas, y en Santo Domingo, en la
plazuela que llenaron todo de arena para que no se viera el adoquín, me tocó
ver como se filmaba la película, una y otra vez la misma escena hasta que
saliera bien. Esas eran mis vacaciones en Zacatecas. También recuerdo que a la
casa de mi abuela me tocó ver cuando mi abuela hacia un pastel de almendras
para la boda de una de las hijas de don Federico Sescosse, además mi tío
Gabriel, le llevaba leche en la mañana todos los días, para que mi abuela
vendiera. Ahí conocí a Lucia Alonso Reyes, era la mayor de sus hermanos y la
mandaban a la leche con mi abuela, ella vivía a unos cuantos pasos de la casa
de mi abuela, antes de la Prepa de la UAZ, eran vecinos de mi abuela.
Me tocó también acompañar a mi papá con un señor de apellido
Salazar, que fuimos a Zacatecas y me llevó a la refaccionaria López de Lara, en
la Avenida Hidalgo, y a otros lugares, mi padre vendía refacciones automotrices
y trabajó en muchos estados de la república.
En Zacatecas tenía ya amigos y a mis primos los Montoya del
Hoyo, hijos de mi tía Gela (Ángela) del Hoyo Cabrera de Montoya, que vivía en
la calle de Arriba. Por parte de mi mamá, teníamos a mi tía Carmen Calzada,
hermana de mi mamá, mis tías las Calzada, que vivían por la Calzada Ramón López
Velarde antes llamada de Juan Alonso. Y mis tíos Carlota y José David Soto
Calzada, que vivía en la Alameda de Zacatecas. Además a mi tía Cuca e hijo de
ella, o sea, uno de mis primos trabajaba en Mercería Al Ferrocarril, en el
Portal de Rosales, donde recuerdo el portal lleno de taburetes y compraba bolas
grandes de dulce que llevábamos a Guadalajara, probablemente de la dulcería
Esperanza, y postales para mandar a Guadalajara a mi madre.
El tramo de la casa de mi abuela en la calle Galeana y de mía
tía Carmen Calzada, que vivía en la calle Justo Sierra, frente al Colegio
Margil, era ya muy conocido para mí, atravesaba el centro de la ciudad con
frecuencia. Recuerdo que mi tía Carmen Calzada tenía una panadería, y mi tío
Pascual de Santiago, una peluquería, y en la peluquería que estaba subiendo del
Portal de Rosales a la plaza de San Agustín, iba de vez en cuando a bolear
zapatos para tener dinero que gastar el domingo. En cierta ocasión llegó un
viejito de traje, y me tocó bolearle los zapatos, ya que mi tío Pascual tenía
una caja para bolear zapatos, y yo no era precisamente bolero, sino que en
Guadalajara era acólito, y el padre encargado de los acólitos o monaguillos,
nos tenía una caja para bolear, para que los acólitos nos boleáramos y
aseáramos antes de ayudar la Santa Misa. Y platicando con él, salió la plática de que
quien era mi papá, y le dije que era Carlos del Hoyo, y me dijo que él era mi
tío, era el Canónigo Braulio Raigosa, ya que mi abuelo de apellidaba del Hoyo
Raigosa.
Otro recuerdo vago que conservo en mi memoria es cuando
tendría 3 o 4 años de mi edad, y es que en la calle de Abajo de la ciudad de
Zacatecas, yendo a la casa de mi tía Carmen Calzada, que era en la Calle Justo
Sierra, por el templo de San Juan de Dios, vimos a la famosa Juana Gallo, mis
hermanos Rafael y Eduardo le gritaron; “Juan Gallo, patas de caballo”, y
echaron a correr, Juana Gallo atravesó la banqueta para alcanzarnos, y yo como
era muy chico me asusté y comencé a llorar, ya no puede correr y alcanzar a mis
hermanos, pero no recuerdo que pasó con Juana Gallo. En ese mismo año o al
siguiente murió Juan Gallo, creo que era el año de 1958.
Mi hermano el mayor, Carlos era seminarista en Guadalajara y
enfermó de tifoidea, algo así no recuerdo muy bien paro tuvo que salir del
seminario, ya tenía como cinco años estudiando, y como el seminario no estaba
inscrito a la Secretaria de Educación Pública, tuvo que revalidar sus estudios
y se vino a Zacatecas a la casa de mi abuela, y duró como dos años estudiando
en el ICAZ, antes de ser universidad. Y recuerdo que supimos allá en
Guadalajara por medio de mi hermano Carlos, que en 1967 cayó una fuerte nevada
en Zacatecas, que duró como tres días nevando.
Mi hermano Carlos revalidó a título de suficiencia, la secundaria y creo
un año de prepa, aquí en Zacatecas, luego se fue a Guadalajara a continuar sus
estudios.
Por esos años mi tío el Ing. Enrique del Hoyo Cabrera, el
hermano más chico de mi papá, trabajaba en Recursos Hidráulicos, y se había
casado con una tapatía, mi tía Martha Gálvez, y era motivo que seguido cuando
iba a ver a su suegra que vivía casi cerca de nosotros en Guadalajara, y
seguido nos visitaba, en cierta ocasión invitó mi hermano Rafael del Hoyo
Calzada a trabajar cuando mi tío Enrique estaba construyendo la presa de Palmarejo,
carca de Guadalajara, en los límites de los estados de Zacatecas y Jalisco. Antes
supimos en Guadalajara el horrible accidente de mi tío Enrique del Hoyo, al
caer y quemarse en un helicóptero, estando trabajando en Recursos Hidráulicos
como he dicho.
Rafael mi hermano pronto se hizo de muchos amigos en esta
ciudad de Zacatecas, vivía a veces con
mi abuela Carmen Cabrera o con mi tía Carmen y de vez en cuando con su amigo
Pancho Inguanzo, ahí por San Juan de Dios. Se llenó pronto de buenos amigos,
algunos hijos de los amigos de mi padre. En Guadalajara, mi hermano Rafael fue
también muy amiguero. Y se la pasaba en Zacateca y Guadalajara.
Los años maravillosos.
He vuelto a ver esa serie de televisión Los Años
Maravillosos, y creo que todos en nuestra vida o en ciento tiempo y edad de
nuestras vidas, tenemos los años maravillosos, que van desde los 12 a los 16
años.
Recuerdo cuando era niño y que mi hermano Carlos el mayor era
acolito en la Parroquia de San Miguel del Espíritu Santo, a dos cuadras de
nuestra casa, luego se fue al Seminario de Tapalpa, Jal., pasando luego al
Seminario en San Martin, en la avenida Belisario Domínguez, también estuvo en
el seminario menor, carretera a Tepic, por la avenida Vallarta, de ahí se salió
del seminario. El seminario Mayor, está en la colonia Chapalita.
Mi hermano Luis Humberto fue también acólito junto con Carlos
mi hermano, los dos hicieron la primera comunión en Zacatecas. Luis Humberto, más grande perteneció a la
ACJM. Años después entraron de acólitos;
mis hermanos Rafael, Eduardo y José Francisco, que los tres juntos hicieron la
primera comunión en Guadalajara, Parroquia de San Miguel del Espíritu Santo.
Yo quería también ser acolito, pero en unas vacaciones que
fui a México, mis hermanos; Rafael, Eduardo y Francisco hicieron la primera
comunión, yo tenía siete años, y ya quería ser como mis hermanos acólitos, y no
fue sino hasta los nueve años de mi edad que hice mi primera comunión un
Domingo de Resurrección, en la misma Parroquia de San Miguel, y como el motivo
de no hacerla antes era porque ya para ese tiempo a mi papá le había ido mal en
su trabajo y apenas teníamos para comer, mi mamá nos ponía a rezar a la Divina
Providencia (Para que nunca nos falte casa, vestido y sustento), para ese
tiempo me preparé para hacer mi primera comunión con gusto, tuve que aprender
de memoria un reglamento para ingresar como pequeño clero, estudiar el
catecismo (fui examinado y aprobado como todos), y aprender a ayudar y
contestar la Santa Misa en latín. Tres cosas, de modo que al día siguiente de
que hice mi primera comunión yo ya era acólito, recuerdo que en mis primeras
misas me cuatropeé con las campanillas a la hora de la consagración, y yo ya tenía
mi primera vocación, que era para estudiar y ser padre o sacerdote, y a mis
doce años ingresé primero al Preseminario, en el Seminario del Señor San José,
y colegio Felipe Galindo, en San Martín, en la avenida Belisario Domínguez
(donde estuvo mi hermano Carlos), en el que me interné a mis doce años. Ahí me
tocó el 2 de octubre del 68, y las olimpiadas.
Mi padres espiritual era un padre de apellido Alonso, y otro padre
encargado de nosotros y que en cierta ocasión nos llevó de paseo a la barranca
de Oblatos, era Monseñor Felipe Aguirre Franco, después obispo de Chiapas y
luego de Acapulco, Guerrero, de este último padre conservo cartas y fotos de él
que me mandó en cierta ocasión. También recuerdo con los compañeros de un
maestro de tercero de secundaria que era historiador y que después conocí y
estaba encargado del Archivo de la Arquidiócesis de Guadalajara, Monseñor y
Canónigo José de Jesús Jiménez, y que tenía una de las mejores bibliotecas en
su casa, mas de cuarenta mil volumen, que antes de su muerte donó al seminario
mayor de Guadalajara. Otro padre, que si fue mi maestro de biología en el
seminario es el padre José Rosario Ramírez Vázquez del Mercado, que también le
gustaba la genealogía y me platicó en cierta ocasión que lo visité, que éramos descendientes
de don Ginés Vázquez del Mercado, el que le dio el nombre a Cerro de Mercado,
cerca de la ciudad de Durango.
Duré solo unos seis meses de seminarista y pronto tuve que
salir, porque me di cuenta que no servía ni para cantar, ni para la filosofía,
menos para la teología, solo tenía el deseo de ser clérigo. Y Salí del
seminario, que estando ahí, la hice de sacristán, en la capilla del seminario,
porque cuando era acolito, sabia ya de liturgia y de los colores de los
ornamentos y los nombres de las cosas, y como colocarlas en la sacristía. Lo único
era que no sabía y no tenía voz para cantar. De todo fui bien aprovechado, solo
perdí el interés en estudias para ser sacerdote.
Saliendo del seminario volví a ser acolito, y es cuando
inicia para mí los años maravillosos. Pronto me llené de amigos todos en torno
a mi parroquia San Miguel del Espíritu Santo, ahí estudié en el salón anexo a
la parroquia, clases de guitarra por nota. Un amigo me enseñó a tocar piano. Y
cuando estaba en segundo de secundaria estuve en una estudiantina.
El Salón Parroquial.
Le llamaban el salón anexo, y estaba frente a los cuartos de
los sacerdotes que tenía la Parroquia.
Los sainetes, (Pieza teatral
breve de tema jocoso y normalmente de carácter popular).
Con la llegada del nuevo Señor Cura se le
organizó una fiesta de bien venida en el salón parroquial o salón anexo. Para
lo cual el Padre Fajardo nos preparó un sainete, era una canción de bienvenida
de los acólitos, en la que cantando y bailando, y para no cometer error, el
padre Fajardo nos grabó previamente la canción, con una grabadora grande de las
antiguas, con una cinta grande. Participé en otros dos sainetes, en el mismo
salón Parroquial con motivo del día de su santo o cumpleaños, no recuerdo. Y en
una ocasión para festejar al padre encargado de nosotros, el padre Fajardo, una
señora nos preparó en su casa un sainete, con algunos de nosotros los acólitos,
que se llamaba “El Marques de la Jalea”, a mí me tocó salir de Marques, y en
cierto tiempo tuve que salir a escena en piyama, y viendo el lugar lleno y al
fondo que me estaba viendo mi primera novia, comencé a ponerme algo nervioso,
pero todo salió bien.
Cuando era acolito estaba de Sr. Cura José Villaseñor
Plancarte, ya muy viejito que pronto murió estando de párroco en San Miguel. El
nuevo Señor Cura era don Francisco Ortiz Zúñiga, de ascendencia zacatecana,
pues descendía de la familia Ortiz Gordoa de Pinos Zacatecas y familiar muy
cercano al obispo Miguel de Gordoa y Barrios, originario de Pinos, Zac.
Cuando llegó a su nueva parroquia a San Miguel, quiso que le
presentaran a todos los que trabajamos o colaboramos en la parroquia, y por
supuesto conocer a los acólitos. Fue de uno por uno y preguntando ¿tu cómo te
llamas?, yo me llamo Eduardo del Hoyo Calzada, ¿tu? Jorge Gutiérrez, ¿tu cómo
te llamas?, yo me llamo José Francisco del Hoyo Calzada, ¿ah son hermanos?, sí.
Luego siguió Rafael del Hoyo Calzada, ¡ah! hermanos también. Luego conmigo tu
cómo te llamas, Bernardo del Hoyo Calzada. ¿Y tú?, Antonio del Hoyo Calzada.
Resultó que éramos cinco hermanos acólitos en ese tiempo.
En la noche en una reunión con otras personas, se le ofreció
algo al padre y necesitaba alguien para que le hiciera un mandado. Entonces le
dijo a alguien; háblale por favor a del Hoyo, y la persona respondió, ¿A cuál
de todos?, al más grande, fue la respuesta del Sr. Cura. Y como el más grande era Luis Humberto, mi
hermano que estaba en ese tiempo en la ACJM, en la Parroquia, y le avisaron a
él, te busca el Sr. Cura. Luego, ¿Padre que me mandó llamar?, sorprendido el
Sr: Cura Ortiz, exclamó, No me digas que tú también eres hermano de los
acólitos del Hoyo, la respuesta es que sí. Y entonces el Sr. Cura le preguntó,
¿Pos cuantos son?, somos 10 hombres y una mujer. El mayor Carlos está en el
Seminario.
Con el Sr. Cura, como era más joven nos llevaba seguido a
oficiar misa a ciertos lugares. En una ocasión lo acompañé a Ocotlán, Jal., a
un paseo con las catequistas, era en la zona lacustre del lago de Chapala. En
ese lugar oficio misa a las catequistas y luego vino la comida, enseguida en el
lago, las muchachas se divertían en una lancha de remos, no sabían remar y era
una diversión. Y el Sr. Cura me dijo,
Bernardo échalas al agua. Lo que no me dijo dos veces y me metí con todo y ropa al agua y comencé a
voltear la lancha, y fueron cayendo una a una de las catequistas al agua con
todo y ropa, era sana diversión.
La Parroquia de San
Miguel del Espíritu Santo.
“La Parroquia de San
Miguel del Espíritu Santo, ubicada en la Avenida Hidalgo 1165, es una de las
principales parroquias de Guadalajara. Es de grandes dimensiones conteniendo
tres naves. Grandes columnas de cantera. Las cornisas y bóvedas siendo su
decorado en color crema. La distribución del Templo es perfectas. El Altar
Mayor, primorosamente adornado con cortinajes rojos y oro, presenta un bello
aspecto. Ocupa el centro una bellísima escultura de San Miguel del Espíritu
Santo.
Los altares laterales
están dedicados a la Sma. Virgen de Guadalupe y a la Sma. Trinidad. Figuran
otras hermosas esculturas: Cristo Crucificado y la Virgen de los Dolores. El
Sdo. Corazón de Jesus, y el Patriarca Señor San José, San Felipe, La Beata
Margarita y Santa Teresita.
El Sr. Cura, José
Villaseñor Plancarte, atiende debidamente los cultos de la Parroquia”.
Dentro del Curato de San Miguel estaban dos templos; y el otro
de Nuestra Señora de los Ángeles, y el templo de María Auxiliadora, de los
Salesianos. También estaba la Casa de los Jesuitas en la Avenida de la Paz.
Me tocó cuando era acolito, que la Parroquia cumplió los 50
años, y fue a una misa concelebrada el Cardenal José Gariabi Ribera, también el
Arzobispo de Guadalajara Monseñor Francisco Javier Nuño, y otros padres. Mi
mamá me dijo previamente que el arzobispo Nuño había sido Obispo de Zacatecas,
y recuerdo que en la sacristía de San Miguel, platiqué con Monseñor Nuño.
Durante el tiempo que fui acolito, como unos cinco años, fueron muchos padres y
obispos a oficiar la Santa Misa, recuerdo a un Obispo Ortodoxo, Ruso, que tenía
más ornamentos que un obispo católico. Ahí conocí a Franciscanos, Jesuitas,
Padres misioneros del Espíritu Santo, misioneros de Guadalupe, y otros que no
recuerdo.
Los acólitos que casi siempre fuimos 12, Monseñor Juan
Fajardo Pérez, era el encargado de los acólitos, y cada semana teníamos junta
con él, teníamos que asistir todos, diario a la Santa Misa a las siete de la
mañana, y al Santo Rosario a la seis y media. Monseñor Juan Fajardo estudió en
Roma junto con Monseñor José de Jesús López de Lara, de Zacatecas. El padre
Fajardo me dijo que el nombramiento de Monseñor lo daban en Roma por los
estudios realizado allá.
Al salir del Seminario mientras se iniciaba otro ciclo
escolar, trabajé un tiempo en la parroquia de San José de Gracia, por las tardes,
y el padre de ahí me puso con una maestra en la misma parroquia a que me diera clases
para no perder mis estudios de secundaria y en las tardes trabajaba contando la
hoja parroquial que se surtían a varias parroquias de Guadalajara.
En ese tiempo que era acolito en San Miguel, visitaban la
parroquia varios padres jesuitas, ya que su casa estaba en la Avenida de la
Paz, y partencia a la Parroquia de San Miguel, todos los días iban a oficiar
misa a las siete de la mañana, recuerdo sobre todo a un padre de apellido
Cervantes y al que más conocí era el padre Esteban Palomera Marques, sobrino de
otro padre jesuita historiador también llamado Esteban Palomera, que en ese
tiempo a los acólitos nos enseñó a cantar por medio de un disco la Misa Hosanna,
que se había grabado en la IBERO, en México, D.. F., que era con guitarras eléctricas,
y con órgano y flauta. Adelantándonos al tiempo más que en otras parroquias, y
él me invitó a que ingresará al Instituto de Ciencias, en Zapopan, Jal., cerca
de la Basílica de Nuestra Señora de Zapopan. De modo que cuando se inició otro
ciclo escolar ingresé a primero de secundaria al Instituto de Ciencias, pero,
como siempre hemos sido pobres, mi padre al llenarse de hijos no alcanzaba a
mantenernos. Y mi madre me sacó del instituto de Ciencias, recién en el tiempo que
cerca de mi casa, se abría una secundaria por la FEG (Federación de Estudiantes
de Guadalajara), yo estaba becado por el
padre jesuita Palomera, y mi madre me
dijo que en el futuro no podría mantener mi carrera, que después de la
secundaria iría al ITESSO, y era muy caro, que no siguiera en el Instituto, y
con pena por el deseo de seguir con mis amigos en el instituto de Ciencias, salí
pronto de él, e ingresé a la secundaria N° 6, para Varones. Debo decir que en
ese tiempo había solo clases en colegios para hombres y colegios para mujeres,
aun no se juntaban hombres y mujeres como vemos el día de hoy.
En la secundaria 6, recuerdo que el maestro de taller de
electricidad, me ponía a que les revisar a mis compañeros los trabajos sobre la
electricidad. Después supe el porque me ha gustado la electricidad, que fue por
herencia de mi abuelo don Inocencio Calzada. También por mi gusto a la música y
con los conocimientos de tocar la guitarra ingresé a la estudiantina de la
secundaria, cuando estaba en segundo año.
Cuando estaba en sexto de primaria en el Colegio Fray Antonio
de Segovia, era de hombres y cerca de
ahí estaba el colegio para niñas Fray Antoni Alcalde, sin más no recuerdo. Y se
han de imaginar cuando mi maestra me mandaba a dar un recado a unas dos o tres
cuadras al colegio de niñas, al entrar al salón de la maestra a la que le
llevaba recado, la gritería de las niñas, como que nunca hubieran visto a un
niño o joven. En mis años maravillosos siendo acolito me llegaron muchas niñas
a que fuera su amigo, y cuando era viernes primero, los colegios Aquiles
Serdán, para niñas, el de la Nueva Galicia, donde estuvo mi hermana, y otros,
iban misa y a comulgar a la Parroquia de San Miguel, se han de imaginar el
templo lleno de niñas y cuando recogía la limosna las niñas me chiveaban, todas
me veían, no para la limosna, sino para que las viera o simplemente verme,
algunas solo hacían la finta de que me daban la limosna y otras más atrevidas
se alzaban la falda para que les viera sus hermosas piernas.
Vi las caras tapatías más hermosas, pues eran de los mejores
colegios de Guadalajara, más me gustaban cuando iban a comulgar, veía sus finas
facciones y rostros de inigualable belleza. Pero, siendo pobre, recuerdo que a
veces que mis zapatos tenían hoyos y le ponía unos cartones para seguir
usándolos, y en la misa al hincarme me cubría con la sotana para que las niñas
no vieran mis agujeros, y me veían como a un niño rico y al salir de misa, en
la calle se decepcionaban porque mi ropa denotaba pobreza. La sotana y la cota,
siempre las teníamos limpias y nos aseábamos en la sacristía por encargo del
párroco. En eso años maravillosos, estando en el rosario una de las niñas que
iban a ofrecer flores a la Virgen, en el mes de mayo, fue mi primera novia. A
mis trece años, no era un noviazgo formal, sino más bien de buenas amistades
que nos veíamos ya sea en la sacristía o fuera del templo. A veces jugábamos en
los confesionarios que estaban dentro de la antesacristía y en cierta ocasión
en el confesionario, jugando una niña me dijo que le gustaba, que ese era su
pecado y que le diera penitencia. La cual salíamos riéndonos, eran los años
maravillosos para mí.
El padre jesuita Esteban Palomera Márquez, seguido nos
invitaba a la alberca a nadar a la Casa Loyola, en la Avenida Vallarta, ahora
es un centro comercial. Ahí los sábados se celebraba la Misa Hosanna,
maravillosos esos sábados, más con que iban las niñas y jóvenes más bonitas de
Guadalajara, con las que tuve algunas amigas. Que después de la misa jugábamos.
En ese tiempo estaba de moda la película de Romeo y Julieta de Franco
Zafirelli, y en la misa a la hora de la comunión se cantaba con flauta piezas
de la música de la película de Romeo y Julieta, era como para enamorarnos, eran
mis años maravillosos.
En torno la parroquia
tuve a mis mejores amigas, algunas hermanas de mis amigos como las Toussaint
Gallardo, las del Rio, las Sierra García de Quevedo y muchas otras, también
hermanas de mis compañeros acólitos. Recuerdo a una amiga que también la conocí
ofreciendo flores, se llamaba, creo que Magdalena Arámbula (Malena), de modo
que cuando estaba en la secundaria N° 6, el maestro de literatura nos pidió un
poema, y yo le compuse como a mi musa inspiradora a Malena y le compuse una
poesía, que tenía mucho de los cantos a María, que rezábamos en la parroquia,
gané el primer lugar en eso, y mi maestro nunca sospecho de donde había sacado
esa poesía que solo le cambié el nombre y algunas otras cosas, no era muy de la
iglesia el maestro, pero le gustó mi poesía. El hermano y más bien la mamá de
Malena, me invitaban seguido al Chante donde tenían casa de campo en la zona
lacustre del lago de Chapala, cerca de Ajiji, Jal., éramos muy buenos amigos,
ella y su hermano Luis Miguel Arámbula. Iba
seguido a su casa a jugar y a platicar con ellos.
Las kermeses.
Acudí a muchas kermeses tanto en la Parroquia, como en los
Colegios cercanos a mi barrio. Ya no se trataba de perseguir a las muchachas
que me gustaban para casarme con ellas y divertirme, sino sufrí muchas veces
persecución y a veces me reventaban en la cabeza cascarones con confeti. Era la
más sana diversión y sobe todo que la mayoría eran muchas muy bonitas y guapas
tapatías.
Con Carlos Heffner Bonner que vivía cerca de la
Parroquia o mi barrio nos hicimos muy buenos amigos junto con Lorenzo Toussaint Gallardo, recientemente
fallecido. En unas vacaciones me invitó a Mazatlán, Sinaloa, por un mes, su
abuela vivía allá, y su difunto abuelo tenía una cervecería allá en Mazatlán,
nosotros llegamos a un lado de la cervecería,
aunque ya conocía el mar, puesto que cuando estaba en primaria nos tocó
ir a Antonio, Francisco y a mí, a Pánuco, Veracruz, ahí conocí el mar y
recuerdo que al llegar a Pánuco fuimos trasportados por un chalan para cruzar el
rio, el autobús subió al chalán.
En Mazatlán fueron también las primas de Carlos Heffner y nos
íbamos en lancha con motor a pescar almejas
a los manglares, en una isla frente al puerto de Mazatlán, allá conocí
las pulmonías, un medio de trasporte y tomé mis primeras cervezas.
En Guadalajara Carlos Heffner un vecino y muy amigo de él, le
daba dinero seguido, con lo que en temporadas casi diario íbamos al cine o a
pesarnos en calandrias por las calles del centro de Guadalajara. Siempre en
autos de sitio o taxis.
En ese tiempo surgieron varias cosas, como por ejemplo el Rock
and roll, y la minifalda.
Sobre la minifalda; algunos de los acólitos que subíamos al
campanario a repicar en la tarde, mientras se llegaba la hora para repicar,
veíamos en la avenida Hidalgo, los autos en que pasaban mucha muchachas en
minifalda y enseñando las piernas, y a veces hasta las pantaletas o calzones. Y
en el centro era muy común ver minifaldas de todos tamaños, incluso en verano
iban a cursos de verano a estudiar mucha gringas, el centro de Guadalajara se
llenaba de ellas, y nosotros íbamos al centro a ver a las gringas y sus
minifaldas. Incluso se filmó una película que se llamó “Guadalajara en Verano”.
Tenía varias amigas y algunas me invitaban al centro a tomar un raspado en una nevería
o cafetería, también era común ir a las discotecas o lugar donde vendían toda
clase de discos, mi hermano Luis Humberto había comprado un tocadiscos. La música estaba por doquier, también íbamos
al canal 58, de radio, que estaba a unas seis cuadras de mi casa en la avenida
Lafayette, donde también se abrió un lugar que se llamaba Casa Chopin, ahí me
gustaba a ir, lo mismo en la misma avenida Lafayette había seguido exposiciones
de fotografías y pinturas, arte de todos tipos, era prácticamente la zona rosa,
como en la ciudad de México.
Eran muchas las cosas que viví de esa bella época y los años
maravillosos para mí, pero, al parecer todo me fue arrebatado o todo se
derrumbó como dicen, al anúncianos nuestra venida a Zacatecas. A mis 15 años
cuando comenzaba a tener novias y salir con mis amigas al centro de Guadalajara
a veinte cuadras mi casa.
Sobre los paseos, debo decirles que en la parroquia de San
Miguel, estuve ayudando a las catequistas y seguido el Párroco nos invitaba a
todos catecúmenos y catequista a un paseo, ya sea al cero del Coli o las Arboledas,
camino a Tepic. Todos estos paseos iban además de las catequistas de la
parroquia, mis amigas con la que no la pasábamos muy felices, siempre nos estábamos riendo,
gritando y platicando de muchas cosas.
Entre los juegos, unos eran el de la cebollita, y muchos en
la que tenían que escoger las muchachas a su pareja que no recuerdo el nombre, en
un juego que duraba horas. Todo inolvidable.
Otro padre canadiense Ronaldo Labonte Vedar a los acólitos nos
llevaba a acampar al parque de La Primavera, lugar muy conocido, cerca de
Guadalajara, camino a Tepic, y además con aguas termales en el centro, había un
pequeño balneario al que íbamos a nadar.
Mi barrio.
En el sector Hidalgo, en la calle de don Juan Manuel
Caballero, llamada simplemente Juan Manuel a dos cuadras de la avenida Hidalgo,
cruzando con Chilardi, estaba mi casa, domicilio: Juan Manuel N° 1286. Y a dos y
hasta cinco cuadras, era considerado
como mi barrio, en esta zona tenia a mis amigos, a unas tres cuadras tenía como
amigo a Lorenzo Toussaint Gallardo y sus hermanas, frente a su casa a las del
Rio, y unas cuadras más en la calle Morelos a Carlos Heffner Bonner. Con
Lorenzo tenía una pequeña sociedad de colombófilos, años antes mis hermanos y
yo teníamos en la azotea un palomar que pronto mi mamá nos lo quitó, alegando
que producían muchos gorupos. Y con Lorenzo tenía un corral grande en su casa,
hicimos un palomar, aunque nunca pertenecimos a sociedad colombófila, si
teníamos algunas palomas mensajeras y finas, anilladas a la que soltábamos a
distancia con algún recado en el anillo y tarde que temprano llegaba s su
palomar.
En mis trece y catorce
años, yo ya era muy conocido en mi barrio, y en cierta ocasión llegó una
muchacha en minifalda y en una bicicleta, que al estarla yo viendo, ella se
acercó a mí y me llamó por mi nombre, y extrañado le pregunté porque sabía mi
nombre y me dijo; todas las muchachas sabemos quién eres y cómo te llamas. Eran
ya los años maravillosos que todo adolecente tiene una vez en su vida.
El traslado a Guadalajara.
Previamente mis padres se trasladaron a Zacatecas a buscar
casa, duraron unos tres días y regresaron y nos dijeron tiene tres días para
que se despidan de sus amigos, porque nos vamos a vivir a Zacatecas.
Varios de mis amigos no sabían dónde estaba Zacatecas, ni que
era eso. En la primaria la directora ponía un disco que después del recreo, nos
formaba en el patio y al avanzar a
nuestros salones, nos ponía la Marcha de Zacatecas.
Mi mamá nos dijo también que íbamos a vivir en Zacatecas, que
todas las personas nos iban a conocer nomás por el apellido, que nos portáramos
bien.
Mi papá nos dijo que en Zacatecas, a Don Federico Sescosse,
don Genaro Borrego Suarez del Real y a su hermano don Eugenio, los tenían por
locos.
Pues desde 1965 en que se había aprobado la Ley de la Junta
de Monumentos, habían comenzado su deber de rescatar y quitar anuncios
luminosos y otras cosas en la ciudad, conservar las fachadas de las casas y que
a mucha personas no les gusto, que por eso los tenían por locos.
Debo decir en estas líneas, aunque sé que a muchas personas
que me lean no les va a gustar, y es que platicando con mi tía Gela poco antes
de que muriera, le pregunté que de quien era la idea de crear o fundar la Junta
de Monumentos de Zacatecas, si de Don Federico Sescosse o de mi tío Eugenio, y
me dijo que de ninguno de los dos, que era idea de su papá, el Lic. José G. del
Hoyo.
Mi abuelo estudió la carrera de Derecho en la Facultad de
Jurisprudencia de Guadalajara, y para vivir en esa ciudad y no pagar hotel, rentaron
una casa de asistencia, el con mi tío abuelo Francisco del Hoyo Raigosa y dos
amigos de ellos, que lo eran el General Enrique Estrada Reinoso y su hermano
Roque Estrada. Mi tío Francisco cursó la carrera de Medico, Enrique de
Ingeniero y Roque de abogado al igual que mi abuelo.
Estando allá le tocó ver como se derrumbaban casas en el
centro de la ciudad para hacer tres plazas, una a un lado de Catedral para
hacer la Rotonda de los Hombres Ilustres y otra frente a Catedral, y atrás detrás
de Catedral, para hacer lo que la gente le llamaba el dos de copas, por dos
grande fuentes, y que se viera en todo su esplendor el teatro Degollado.
Por eso les recomendó a su primogénito y a su mejor amigo,
que casi siempre se la pasaba en casa de mis abuelos, don Federico Sescosse,
que conservaran la fisionomía de la ciudad. Que no fuera a pasar lo de
Guadalajara. Quiero decirles que antes ya estaba en Zacatecas, Monumentos
Coloniales, y estaba encargado de ello el pintor don Manuel Pastrana, pero,
solo se conservaban los edificios públicos y templos, no las casas de
particulares, y no protegían las calles, ni la fisonomía, menos los anuncios
luminosos y otras cosas modernas que afeaban la ciudad.
La Sociedad de Amigos de Zacatecas, surgió en 1949, con este
fin de conservar la ciudad lo mejor que se pudiera, pero el cacique de
Zacatecas don Leopardo como decía mi papá, cuando era Gobernador de Zacatecas,
mando abrir la Avenida Gonzalez Ortega, y la Fernando Villalpando por la
Alameda de Zacatecas, y no quiso hacer caso de la idea de don Federico. Tuvo
que pasar el cacicazgo de Reinoso, con Minero Roque y Panchito García, hasta
que entró en poder del gobierno el Ingeniero Rodríguez Elías, que aprobó la ley
de la Junta de Monumentos.
Y estando de gobernador en cierta ocasión le dijo a mi papá
que se viniera a vivir a Zacatecas, que ya no mandaba más don Leobardo Reinoso.
Con estos antecedentes mi padre decidió el retorno a su
tierra, del que nunca debió de salir, bueno, eso digo yo. Y quiero que se sepa que mi abuelo y los tres
desterrados de Zacatecas, junto con don Federico Sescosse fueron los
iniciadores de la conservación y fisonomía de la hoy Ciudad de Zacatecas, Patrimonio Cultural
de la Humanidad. Y de que nunca se les ha hecho homenaje alguno a ellos, salvo
a don Federico Sescosse. Otros han gozado los beneficios de su esfuerzo, pleito
y trabajo, para lograr el deseo de mi ilustre abuelo. La ciudad que hoy
tenemos, lleno de turistas de todas las partes del mundo. Y quiero mencionar
otra cosa que tenemos en la familia; “Todo de da, sin esperar nada a cambio”.
Llegó el día del traslado, y llegío una camioneta de tres
toneladas, que don Jesús de la Mora le prestó a mi papá con todo y chofer,
previamente ya teníamos todo listo para la mudanza y en la tarde partimos rumbo
a Zacatecas.
En el camión a parte del chofer y mis padres, íbamos todos
nosotros menos Carlos, el mayor, que como estaba ya trabajando y estudiando, él
no se vino a vivir a Zacatecas, se quedó rentando la casa de Juan Manuel y pronto
se casó con una tapatía.
Recuerdo que nos acompañó Carlos Heffner Bonner y Lorenzo
Toussaint Gallardo, todos íbamos arriba de la camioneta, el viaje duro varias
horas, nos íbamos parando en ciertos lugares, para ver que todo marchara bien y
que fuéramos cómodos, o también para descansar. Recuerdo que ya era noche
cuando pasamos por Apozol, y sentimos un cierto aire caliente, que mi padre nos
dijo que acabábamos de pasar por donde hoy es el paraíso Caxcán, eran las aguas
termales que al pasar sentimos el aire un poco caliente.
Llegamos como eso de las doce de la noche a Zacatecas, y en la gasolinera del Servicio del Hoyo, que
era de mi tío Luis del Hoyo Cabrera. Ahí vimos algunos autos que le preparaban
para las carreras de autos del día siguiente, pues estaba la feria de
Zacatecas.
Era el día 5 de Septiembre de 1970, hace cincuenta años. Sabemos
la fecha porque ese día es cumpleaños de mi hermano Alejandro.
El que organizaba las carreras era el Doctor Perales Núñez,
que poco tiempo antes se había casado con mi prima Lucy de Santiago Calzada, y
antes había sido reina de la Feria de Zacatecas. Ella vivía con el Doctor
Perales en la Avenid Hidalgo, la principal calle de la ciudad. Y como tenía su
casa balcones, mi mamá nos mandó con mi prima Lucy para que viéramos las
carreras de autos, desde ese lugar. Frente a la casa de Luci vimos el primer día
que estuvimos ya viviendo en Zacatecas, a los López de Lara Tinajero, en el
balcón de su casa.
Después de las carreras en el centro histórico de Zacatecas,
nos tomamos la foto en el Jardín Independencia; Carlos Hoffner Bonner, Lorenzo
Toussaint Gallardo, mi hermano Antonio y yo, como recuerdo y es la única foto
del día que comenzamos a vivir en ésta ciudad. Lorenzo y Carlos Heffner se
regresaron pronto a Guadalajara, pues tenía que entrar a clases.
Luego en la tarde nos fuimos a la Feria, que era en la
explanada de la Soledad, y arriba de la Alameda.
Mi madre nos inscribió
en las siguientes escuelas; a Arturo, Alejandro y Gustavo, en la primaria Constituyentes,
a mi hermana Celia en la escuela Valentín Gómez Farías, que es y siempre ha
sido solo de niñas; a mi hermano Antonio y a mí, en la secundaria General Jesús
Gonzalez Ortega. Yo entré a cursar el tercer año de secundaria. Y debo de decir
que en cuatro tipos de educación realicé mi secundaria; primero en el Seminario
como interno en el Colegio Felipe Galindo (Por un Obispo de Guadalajara);
primero de secundaria en el Instituto de Ciencias de Guadalajara, (colegio
jesuita, que no terminé, por salirme pronto de ese instituto); primero y segundo de secundaria los terminé
en la Secundaria Federal N° 6 para Varones, que es estatal; y tercero de
Secundaria en la secundaria Federal Gonzalez Ortega, aquí en Zacatecas.
Los años maravillosos, aunque interrumpidos bruscamente,
siguieron de otro modo en Zacatecas, que pronto me llené de amigos a como era acostumbrado
en Guadalajara, y tuvo que pasar un año
para acostumbrarme a ser zacatecano y al modo de hablar zacatecano, etc. uno o
dos años y se me terminaron según mi edad los felices años maravillosos. Que
terminaron con los fracasos y desilusiones y todo lo que le pasa a adolecente
alguno, cambia uno de modo de vivir, y sobre el cambio que se dio en mí , que triunfé
sobre la angustia, la desesperación y el vicio, y volví a ser feliz, y esta vez
es para siempre, pese a que muchos envidiosos han tratado de perjudícame, no lo
han logrado, porque una vez que me he quitado el vicio del cigarro, supe que
podía hacer muchas cosas en mi vida y todo me volvió a gustar, y he sido feliz
y con muchos amigos como los tenía en Guadalajara, así también mis hermanos con
muchos amigos, al igual que mi papá.
Si me dieran a escoger cual ciudad te gusta para vivir, yo
les diría que Zacatecas.
Ahora como genealogista puedo decir que somos descendientes
de; Hernán Cortes de Monroy y Pizarro Altamirano, conquistador y fundador de la
ciudad de México; Moctezuma y sus antepasados Tlatoanis y fundadores de México
Tenochtitlan; Cristóbal de Oñate, fundador de la ciudad de Guadalajara, en su
sitio actual; también de esta ciudad descendemos de los conquistadores y
pobladores las familias Zaldívar, Fernández de Hijar, Dávalos, Bracamontes,
Alvarado (de Gómez de Alvarado, hermano del Adelantado de Guatemala), etc.; de
Juan de Oñate, Adelantado y fundador de Nuevo México; del capitán don Juan de
Villaseñor Orosco, fundador de Valladolid, hoy Morelia; de Miguel Caldera y de
Juan de Oñate, fundadores de San Luis Potosí; del capitán don Francisco de
Escobedo, fundador de Monte Escobedo, Zac.; del capitán don Pedro Carrillo
Cavila, fundador de Jerez de la Frontera, (hoy Jerez, Zac.) y de los presidios
militares de los Ojuelos, Jal., y de San Felipe, Guanajuato; de Pedro Caldera,
fundador de Jerez, Zac.; de los fundadores de Zacatecas, del capitán Cristóbal
de Oñate, don Baltazar Temiño de Bañuelos y del principal descubridor de
Zacatecas don Juan de Tolosa, casado con doña Leonor Cortes Moctezuma. Hija
natural de Hernán Cortes y nieta de Moctezuma;
de don Ginés Vásquez del Mercado, descubridor del cerro que lleva su
nombre, en Durango, Dgo.; del capitán
don Hernán Flores de la Torre, encomendero de Juchipila, Zac. entro otros.
Aun así, mi familia y la mayor parte de mis antepasados son
zacatecanos. Es por eso que no cambio para nada el lugar donde deseo vivir y
morir, en Zacatecas. Por eso escribo estas líneas para conmemorar con mis
hermanos los cincuenta años de ser zacatecanos.
Esta historia continuará.
Guadalupe, Zac., 5 de septiembre de 2020.